miércoles, 10 de junio de 2009

Berlusconi no arderá (sobre la novela 'Esta vez el fuego', de Michele Monina)


Qué escándalo.

Llevamos una semana oyendo hablar del tema.

El País ha publicado las fotos de Berlusconi rodeado de mujeres desnudas o semidesnudas y hombres empalmados en su finca de Cerdeña.

¿Y?

¿De verdad alguien se ha sorprendido?

¿No lo sabíamos ya?

¿Quedaba alguna duda sobre la forma que tiene Berlusconi de entender y ejercer el poder?

Dicen que Berlusconi es el emperador.

Pero no, Berlusconi es Dios.

Omnipotente.

El más rico de su país.

Lo tiene todo.

Y está por encima de cualquier cosa.

Escribe las leyes.

Y se las salta si le da la gana.

Nada le afecta.

Italia le pertenece.

Hagas lo que hagas no hay forma de escapar de él.

Y tiene ramificaciones por todo el planeta.

Le pone los cuernos a sus aliados políticos (Piqué).

O le dice a un arrogante galán de cuarta (Sarkozy) lo peor que se le puede soltar a alguien así sobre su mujer: "Yo te la he dado". Como dando a entender: alguna vez fue mía. Y te la puedo quitar cuando quiera.

Al hombre más poderoso del mundo le describe como: "joven, guapo y bronceado". Y a Merkel la tiene 15 minutos esperando mientras él atiende su teléfono móvil.

Berlusconi es un fanfarrón.

El fanfarrón que decide en Italia lo que es verdad y lo que no.

Y el que lo difunde con sus medios.

Sólo le faltaba ordenar, vía decreto ley, cuando deben morir sus súbditos. Pero eso también lo hizo en el caso Eluana. Y se llevó todo el Estado de Derecho por delante.

Y sí, por supuesto, se folla a quién le da la gana: a tu madre, a tu hermana, a tu hija, a esa inmensa corte de muchachitas vírgenes que aspiran a convertirse en azafatas del Telecupón.

Berlusconi no tiene freno.

Pero eso ya lo sabíamos todos.

¿Y cómo es posible?

¿Por qué, a pesar de todo, le votan sus compatriotas?

Se ha escrito mucho estos días al respecto.

Nosotros hemos leído una novelita que tiene ya diez años, pero que acaba de publicar en España la editorial Periférica: Esta vez el fuego, de Michele Monina (un italiano de 1969).

Es la historia de una manifestación contra Berlusconi en 1994, cuando el bicho acababa de llegar al poder.

Monina escribió el otro día un artículo en Babelia, dónde daba algunos detalles sobre la época y ofrecía su visión del libro y del Berlusconi actual.

A nosotros Esta vez el fuego nos ha interesado. Mucho. Aunque no sabemos si nos ha gustado.

Nos interesa por lo que tiene de explicación del fenómeno Berlusconi.

¿Habla de Berlusconi?

No.

Habla de la oposición que en todo este tiempo no ha conseguido frenarle.

De un sector en concreto: una juventud de izquierdas y políticamente comprometida.

O supuestamente comprometida.

O ingenuamente comprometida.

A nosotros, de hecho, nos pareció una gran retrato de esos jóvenes que dicen que van a parar al monstruo pero que en realidad actúan como si acudieran a una fiesta, o a un partido de fútbol, o un macrofestival de música.

Al principio, nos llamó la atención justo eso: no era autocomplaciente.

Después del 68, y de todas las tonterías que se han contado y aún se siguen contando al respecto, ningún relato de iniciación política debería mirarse a sí mismo con esa ñoña fascinación de: "jo, cómo molo, qué auténtico soy".

En efecto, estos jovenzuelos de Monina carecen de cualquier épica: viajan en trenes pagados por sindicatos con los que no comparten demasiadas cosas, se ponen en huelga pero no trabajan, y sí, lo reconocen: "jo, es que no hacemos nada" o "jo, a ver si maduramos".

Un buen punto de partida para entender cómo Berlusconi se folla a toda Italia.

Y cuidado, porque aquí en España nos follan igual, o el doble.

Y que Dios, o el diablo, nos libre de un Berlusconi porque no levantamos cabeza en 4o años. Y luego, eso sí, nos ponemos todos a hacer cola para despedirle en el Palacio de Oriente.

O sea, que estos jovenzuelos de Monina, en torno a los 25 años en la historia, son muy blanditos.

Van a un acto político, pero casi no hablan de política.

Sus referentes son otros. Su identidad se ha ido forjando gracias a mil mitos, a mil imágenes sin demasiado contenido. Toda esa basurilla audiovisual: el rock'n'roll, la MTV (en la que Monina tiene o presenta un programa), los colores de su equipo de fútbol y una camiseta con la cara del Che.

El resto ya te lo sabes: la universidad como excusa para no enfrentarse a la vida, muchos porros, mucho alcohol, muy pocas ideas (como el propio protagonista denuncia) y mucha, muchísima confusión, un cacao mental impresionante.

En plena manifestación, el narrador va y dice:
Todo parece una película preciosa en la que nosotros somos los intérpretes. Ponemos nuestras mejores caras, aunque en realidad casi no hemos dormido y con las bolsas que tenemos debajo de los ojos podrías ir a hacer la compra y te ahorrarías cien liras. Pero igualmente nos aclaramos la garganta, preparados para proferir invectivas. Hoy hay movidas para Bossi, Fini y Berlusconi, que maldito él, rima en consonante con coglioni, que cuando bajó al campo, como él dice, no sabía que le íbamos a dedicar estos coros. Por otro lado, ¿que significa bajar al campo?
Pues eso, los jovenzuelos se creen en una película y no saben lo qué es bajar al campo.

Berlusconi, en cambio, sí. Berlusconi rima en asonante con coglioni, ja, ja, ja, que gracioso, que bufón, que mamarracho. Pero luego baja al campo, sí, él baja al campo, y se los folla a todos. Berlusconi es en realidad quien dirige la película, y el que la produce, y el que hace el casting, y el que se lleva todos lo beneficios.

Y tú, pobre idiota, sólo eres un extra.

Después, la novela se convierte en otra cosa, se le va un poco a Monina de las manos y esos jóvenes militantes de izquierdas se convierten en hooligans.

Un final efectista y violento, un poco o muy forzado, absurdo.

Aunque Esta vez el fuego tiene algo: es el testimonio de la enésima derrota. Y ofrece algunas de las posibles causas.

Cerraba el otro día Monina su artículo en Babelia con esta frase: "En 1994, año es que se desarrollan los acontecimientos de la novela, el fuego no llegó. Quizá esta vez sí".

Ojalá, ojalá que sí.

Pero parece que no, que esta vez tampoco, que Berlusconi con cada abuso y cada majadería se vuelve más y más fuerte. Más incluso. Hasta convertirse en incombustible.

Lo vimos el domingo pasado en las urnas y llevamos toda una semana escuchando distintas explicaciones al respecto.

(Mañana es fiesta en Madrid y hay un acto que merece la pena en la Feria del Libro. Es a las 13.00. Los representantes de cuatro editoriales pequeñas van a hablar sobre los 'Worst sellers'. O sea, los libros menos vendidos. Modera Eva Orúe y en su Círculo de iluminación te cuenta ella más cosas. Nosotros mañana hablaremos de uno de esos desastres editoriales, que nos gustó mucho, y del último de Stieg Larsson. Casi, casi lo tenemos ya en las manos.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Se te abren las carnes viendo que un tipo como Berlusconi sea un intocable, un Jesús Gil marbellí, realmente en Europa tenemos lo que nos merecemos con esta juventud pija y rancia que sólo sabe vociferar y ser malota a lo "drugo" de la "naranja mecánica", mucho "nadsat" transgresor pero luego voto a un mamarracho bananero, y que me perdonen los señores dictadores sudamericanos por compararles con Silvio.