miércoles, 29 de diciembre de 2010

Un par de libros que han hecho que 2010 valiera la pena (la lista con los mejores del año pero en este caso reducidísima)

Termino 2010 aprendiendo a bailar con James Brown:



Pero antes (o casi antes) me siento en la obligación (sí, obligación) de elegir los mejores libros del año.

Los mejores: o sea, los que más me han gustado de los que he leído, los que en un momento dado han hecho que 2010 valiera la pena (entre otras 1.000 ó 20.000 cosas más). Aunque piquen, o escuezan, o hagan que todo se tambalee a tu alrededor.

O precisamente por eso, lo de siempre.

Y como ha sido un año a medias en el blog, reduzco la lista de los 10 de 2009 a ¿cinco?, ¿cuatro?, ¿tres?

No, esta vez sólo dos.

Algo así como mejor novela extranjera y mejor novela española, o mejor novela de un autor consagrado y mejor novela de otro que está empezando.

Y la primera, no por orden de preferencia, que en eso no me voy a meter, es Homer y Langley, de E. L. Doctorow.

Me remito a lo ya dicho.

La segunda es Nada es crucial, de Pablo Gutiérrez (Ed. Lengua de Trapo).

Me remito en este caso a lo escrito en otro sitio (On Madrid), copio y pego, aunque en realidad, todo se resume en una palabra: milagro. Porque lo que hace Pablo Gutiérrez aquí es un milagro: el de crear todo un mundo. Sí, claro, como Doctorow, es que en eso consiste la literatura:
De qué va. Historia del nene Lecu, Antonio Lecumberri, nacido en un descampado de Ciudad Mediana, hijo del Señor y la Señora Yonqui. E historia de Magui, que creció en el pueblo de Belalcázar, señalada por todos desde que su padre decidió abandonar a la familia para fugarse con un muchachito. La novela sigue la infancia y la evolución de ambos personajes en la España de los años 80 y 90, hasta que sus destinos se cruzan en la juventud. Gutiérrez ha sido incluido en la lista de los 22 mejores narradores hispanoamericanos menores de 35 años elaborada por la revista Granta y con Nada es crucial ha ganado el premio Ojo Crítico.

Qué nos gustó. Pablo Gutiérrez parece haber escrito Nada es crucial en estado de gracia. O mejor, en estado de trance, conectando con algo muy profundo dentro del lector y arrastrándole a lo largo de toda la novela a base de talento, imaginación y un ritmo casi hipnótico. A veces resulta terrible; a veces, divertidísimo; a veces, poético y a veces, o quizá siempre, consigue todo eso al mismo tiempo. ¿Algo más? Sí, la ternura que inevitablemente provocan Lecu y Magui en el lector. ¿Y algún pero? El final, aunque mejor no comentar nada y que cada uno saque sus propias conclusiones.
Y ya, cierro por este año, con una idea que no puedo quitarme de la cabeza y con cierta pena por no haber hablado de unos cuantos libros muy, muy buenos, libros recientes, de los últimos meses, libros estupendos, como Mi gran novela sobre La Vaguada, o El cuarteto de Whitechapel, o El apocalipsis de los trabajadores.

Da pena, sí, pero es que Belén Esteban acaba de decir en la tele que la pena es la mujer del pene.

Lo juro.

O sea, que quizá otro día, para empezar 2011, aunque creo que he renunciado a seguir escribiendo reseñas aquí (digo sólo reseñas): me da muchísima pereza.

Feliz año a todos.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Vamos a morir todos (o sea, otra forma de decir feliz navidad)

No se me ocurre mejor villancico.

Además, el vídeo es espectacular:



Y dice cosas como ésta (traduzco libremente):
Cuando no puedas dormir por la noche y no haya nadie a quien agarrarte
recuerda que yo estoy en las mismas
tienes que reírte en la oscuridad
todos somos uno entre un millón
pero estamos vivos, existimos, aún formamos parte del juego.
Pues eso, un año más, a seguir jugando, en la cena de navidad o donde sea, pero muy, muy en serio.

(Lo he encontrado en Música preventiva, donde tienen otras seis canciones para sobrevivir a la navidad y a mí me están funcionando. Hasta allí llegué gracias a gintonicdream.)

jueves, 16 de diciembre de 2010

Jean Genet como otro centenario más que celebrar pero esta vez casi sin puntos ni comas

Resucita el blog así de pronto porque ya me da un poco de vergüenza cada vez que voy al supermercado de mi barrio y veo a la cajera y pienso ay pobre que sigue su foto como la primera entrada del blog y encima hago chistes sobre cosas tan importantes como Vargas Llosa y los supermercados y también me atrevo a predecir por enésima vez la muerte de la industria editorial como hoy en un bonito despacho de una bonita editorial situada en una de las calles más bonitas de Madrid donde mi padre tenía también un despacho pero el suyo alquilado a la viuda de Onetti y una vez vinieron a robarlo y entraron con cuerdas por la ventana y no se llevaron nada pues nada allí tenía el menor valor menos una tortuga que yo le traje de uno de mis viajes porque entonces yo viajaba o sea que yo hoy estaba en ese otro despacho de la editorial esperando para entrevistar a una gran mujer que vende muchos libros y para entretenerme decía tonterías como de costumbre y hablaba más de la cuenta y decía primero cayeron las discográficas después cayó la prensa y los siguientes vais a ser vosotros editores y una becaria me tenía que aguantar sin llevarme la contraria mientras soñaba con marcharse de España y dejar toda esta mierda atrás y hacía bien y ojalá lo consiga y tenga una vida maravillosa en cualquier otra parte.

Hay aún otro motivo para volver a escribir aunque eso es quizá una excusa y me refiero al centenario del nacimiento de Jean Genet porque este blog además de muerto ya sólo escribe cuando se muere alguien que a su autor le interesa o cuando se celebra un cumpleaños de otro alguien mientras también esté muerto y mientras la cifra sea tan redonda como los 100 años que el domingo le hubieran caído a Genet al que el autor de este blog leyó con fruición durante unos sanfermines en Pamplona pero es que eso era lo mejor que tenía que hacer entonces aparte de todas esas cosas que suelen hacerse en sanfermines y que mejor es no nombrar porque es mejor decir que le leí y luego le seguí leyendo y luego le odié años y años hasta que un libro llamado El niño criminal y editado por Errata Naturae me lo volvió a descubrir igual que ahora la misma editorial que sí resistirá el diluvio y hasta el apocalipsis publica otros dos libros de Genet con entrevistas y demás el primero y el otro una novela pero aún así yo vuelvo a coger aquel libro que me acompañó a los sanfermines de 1994 para abrirlo al azar y encontrar un fragmento subrayado que habla de bares y de amor:
Todas ellas frecuentaban, por la noche, los bares estrechos que no tenían la fresca alegría y el candor de los bailes de mala nota. La gente se amaba en ellos, pero en medio del miedo, en medio de esta especie de horror que nos procura el sueño más amable. Nuestros amores tienen alegrías tristes, y aunque tenemos más ingenio que los novios domingueros a la orilla del agua, nuestro ingenio atrae la desgracia. Una risa no eclosiona aquí sino provocada por un drama. Es un grito de dolor.
Copio y pego también un vídeo precioso que he encontrado en youtube y en el que Genet demuestra que sólo había una cosa más poderosa que su afán por tocar los cojones y mantener su postura de soy un maldito que estuvo en la cárcel y fui marica antes que nadie y ladrón y lo peor de lo peor y eso más fuerte que él mismo se llama VANIDAD:



(Lo de no poner ni puntos ni comas hoy es un entrenamiento: ensayo para convertirme en moderno. Y si no, al menos, para dar el pego. Prometo no repetirlo más. El fragmento de Genet pertenece a Santa María de la Flores.)