Céline era un canalla, un sinvergüenza, un golfo.
Como todos. O como tantos otros escritores.
La diferencia es que Céline también era nazi. Apoyó al gobierno de Vichy cuando los alemanes entraron en Francia y odiaba a los judíos, les culpaba de la guerra, de la pobreza y en general, de cualquier cosa mala que pudiera pasar.
Al acabar la II Guerra Mundial, tuvo que huir para que no le mataran y pasó por la cárcel. Nunca le perdonaron. Ni él se molestó en pedir perdón.
Todo el mundo, menos los nazis, considera que Céline defendió una serie de opiniones política y moralmente despreciables.
Y sin embargo, Céline es uno de los escritores más grandes del siglo XX. Desde todos los puntos de vista.
En 1932 publicó una novela llamada Viaje al fin de la noche y se lo llevó todo por delante. Desde entonces, ya nada volvió a ser lo mismo.
Exageramos.
O no: el Viaje al fin de la noche es la novela más influyente de los últimos cien años. La historia de un tal Ferdinand Bardamu, que una mañana se pone a maldecir a Francia y a los franceses. Y para demostrarse a sí mismo que tiene razón o por no estarse quieto o por hacer la gracia o por lo que sea, acaba alistándose en el ejército y poco después, le mandan a la I Guerra Mundial.
Allí conoce la muerte, el miedo y el horror. Pero eso tampoco le basta y se marcha a África, a enfermar de paludismo y a saber cómo funcionan las colonias, y cuánto se roba, y que la naturaleza no tiene nada de idílico. Y luego, a Nueva York, para trabajar en la fábrica de Ford y alienarse como un obrero más. Y ya de vuelta a Francia, se convierte en médico y abre una consulta en un barrio pobre donde comprueba que la miseria humana no tiene fin.
Los griegos tenían la Odisea, nosotros tenemos el Viaje. Ulises quería regresar a su patria, Bardamu aprende que no tiene un hogar ni un sitio al que volver ni nada que se le parezca. Sólo le queda la huida.
Seguimos exagerando: Hoy en día todos somos celinianos.
Aunque no lo sepas, aunque no te guste, aunque no lo hayas leído, tú también eres celiniano.
Ser celiniano implica no quedarse quieto jamás, una insatisfacción constante, ver siempre lo malo y buscarlo, no encajar en ningún sitio, caer y caer, declararle la guerra al mundo y recibir todos los palos... Pero con mucho nervio y mucha rabia, nada llorica.
Céline luego escribió otros libros y los llenó todos de puntos suspensivos. Novelas atroces, desquiciadas, divertidísimas, maravillosas... Sobre su infancia, su juventud en Inglaterra, la caída del gobierno nazi en Francia o su posterior huida para salvar el pescuezo.
A Céline hay que leerle entero.
Ahora se ha editado en España Céline secreto (Ed. Veintisiete letras), un libro que su viuda, Lucette Destouches, escribió en 2001, en colaboración con Véronique Robert, y en el que recuerda su vida junto a Céline, años y años, desde 1935 a 1961, resumidos en poquito más de 100 páginas.
La buena mujer no aporta nada que no supiéramos ya. Céline lo contó todo. Pero se le agradece el tono, la proximidad y algo tan básico como que no quiera ni despellejarlo ni subirle a los altares.
Su Céline resulta muy real y muy creíble, y a nosotros nos ha gustado porque nos ha dado la oportunidad de reencontrarnos con un viejo amigo: seductor, gruñón, desesperado, intratable, amante de los chismes (la "expresión de una vida en marcha" los llamaba), odiado y perseguido por todos... Y medio loco al final de su vida, cuando ya se había convertido en una especie de monstruo o de mala bestia. Los periodistas acudían a él para oírle despotricar y su editor le pedía más y más libros. Pero casi todos le despreciaban, como Camus, que iba mucho por su casa (su amante daba clases de baile con Lucette), pero que nunca quiso conocerle.
¿Se le podía haber sacado más partido a los recuerdos de la viuda? Nosotros creemos que sí. Pero puede que sea porque la otra que escribe el libro, o la que lo escribe en realidad, Véronique Robert, nos ha caído muy mal: empieza cada capítulo con unos textitos muy cursis y muy bobos, en cursiva. Y eso Céline nunca se lo hubiera consentido. Antes, se la come por los pies.
Cerramos con una cita del Viaje para que entiendas cual es el tono y el espíritu:
"¡Mirad, asquerosos! Dejadme ser amable algunos años más aún. No me matéis todavía. Dejadme parecer servil y desgraciado, lo contaré todo. Os lo aseguro y entonces os doblaréis de golpe, como las orugas babosas que en África venían a cagarse en mi choza, y os volveré más sutilmente cobardes e inmundos aún, tanto, pero es que tanto, que tal vez diñéis, por fin."Y una canción. Ha sido difícil elegir. Incluso hemos dudado si incluir alguna entrevista con Céline que hay en youtube, o con su viuda. A quien le interese ver en movimiento al viejo y escuchar su voz, que lo busque.
Al final nos hemos quedado con Tom Waits. No sabemos por qué, pero suponemos que él también nos parece celiniano y que nos gusta.
Buen puente.
4 comentarios:
gente como celine viene muy bien cuando una sociedad tiene la conciencia intranquila. un tío brillante y lleno de odio al que darle una somanta el día después, cuando los malos se han marchado y uno se queda mirando alrededor y hay que buscar culpables. y darle candela para que nadie piense que tú hiciste lo mismo, o aún peor, que echabas una mano sin siquiera dar la cara.
algo parecido le pasa a henri georges clouzot, por hacer una peli denunciando el clima perro y bajuno que se vivía en francia durante la guerra. se lo comieron. perra vida.
No conocía a Henri Georges Clouzot pero por lo que cuentas y por lo que cuenta la wikipedia tiene muy buena pinta.
Intentaré buscar algo suyo.
Gracias por la recomendación y estoy de acuerdo con lo que dices de Céline, fue un cabrón, pero también el chivo expiatorio de muchos que luego se hicieron pasar por héroes de la Resistencia.
Juan, busco hace años Cartas a las amigas, de Céline, no ha habido manera... Creo es el único en castellano que me falta. Podrías ponerte en contacto conmgo porfa?
Gracias =)
Alfred,
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