Han sido días intensos.
Demasiadas cenas, demasiadas comidas, demasiadas copas, demasiados colegas, demasiadas risas, demasiada gente.
Tanto ajetreo merecía acabar a puñetazos.
El domingo por fin encontramos un segundo para leer algo.
Nos esperaba En la cima del mundo, de Norman Mailer, un librito (otro de poco más de 100 páginas) sobre el combate de boxeo que en 1971 enfrentó a Muhammad Ali y Joe Frazier. Lo acaba de publicar 451 Editores.
A nosotros el deporte no nos gusta. Ni practicarlo ni verlo. Es como los viajes o la moda o las hipotecas o lo coches: supersticiones asesinas que definen nuestro tiempo.
Pero vemos a dos tíos reventándose la cara encima de un ring o a una docena de caballos corriendo sobre la hierba del hipódromo y eso ya es otra cosa.
Algo tan primario, tan inmediato y con tanta adrenalina de por medio nos engancha. Y nos deja como embobados sin poder movernos ni cambiar de canal la televisión ni nada.
La historia que cuenta Mailer es la de uno de los hombres más importantes de su tiempo, Muhammad Ali, antes conocido como Cassius Clay, al que le han quitado el título de campeón del mundo y le han mantenido más tres años alejado de los rings, tres de los mejores años de su carrera, por negarse a ir a la Guerra de Vietnam.
Ali vuelve para recuperar lo que es suyo, pero no con la cabeza baja, sino como un símbolo para los negros, para la izquierda, para los pacifistas y hasta para los yonquis y los gays. Ali tiene un estilo único, es un genio, un artista y un bocazas. Y frente a él va a encontrarse a otro fuera de serie, una persona y un boxeador muy diferente, Joe Frazier, con un origen mucho más humilde y mucho más negro que Ali, pero que boxea con el orgullo y la tenacidad de los blancos.
Mailer nos cuenta esta historia, pero mientras, nos va hablando de las diferencias raciales en los 60 y 70, de la importancia del ego, de por qué todos los pesos pesados están locos...
Al teorizar, a ratos, parece que se le va a ir la cosa de las manos, pero cuando Mailer cuenta y cuando Mailer describe en este libro, Mailer alcanza la talla de un campeón. Da gusto leerle. Nos deslumbra, nos sorprende, nos mantiene en tensión al relatar la pelea, incluso sabiendo de antemano cual es el final. Y todo ello suponemos que también sirve aunque te importe un pimiento el boxeo.
Cerramos con una cita. ¿Parece sacada de un libro de autoayuda? Puede ser. O puede que Mailer tenga razón y que el boxeo y la vida en eso sean idénticos.:
"Hay un punto en el que el boxeo sigue pareciéndose a una pelea callejera y es en la necesidad de confiar en la victoria. Un hombre que sale del bar a la calle para pelearse con otro hombre siempre intenta predisponer su mente para que confíe ciegamente en el triunfo. Esa es la facultad más misteriosa del ego: la confianza sirve como anestesia frente al dolor de los golpes y proporciona también una convicción especial para ofrecer tu mejor repertorio de golpes. La lógica del espíritu podría hacernos creer que solo se gana si uno lo merece; la lógica del ego propone el axioma de que si no crees que puedas vencer, entonces no mereces hacerlo. De hecho, muchas veces no lo mereces."Ojo, la pelea de Ali contra Frazier no es la pelea de Ali contra Foreman. La de Ali contra Foreman es la más conocida, la que se disputó en Kinshasa, cuando Ali recuperó el título de campeón del mundo. Hicieron un documental sobre ella, Cuando fuimos reyes, y Mailer también la contó, pero no aquí. El texto está en el libro América, editado por Anagrama.
Y sí, el título es por esta canción de Gabinete Caligari:
2 comentarios:
que guay!! ojalá se pudiera solucionar todo así de fácil, a hostias
Sí, Anónimo, a veces, esa idea es bonita y la tentación, inmensa.
Lo malo es que no suele funcionar.
También hay otro tipo de golpes.
Ya sí que sí, nos pasamos de lleno a la autoayuda: analice esta última idea, trabaje sobre ella y busque nuevos caminos para expresar su rabia.
Ánimo con todo.
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