viernes, 22 de mayo de 2009

Tu colega chiflada ha escrito un libro (sobre Miranda July y sus cuentos)


Mírala, es la de la foto: Miranda July.

Mona, ¿no?

Es como esa colega tuya. Seguro que tienes a alguien muy parecido cerca. O quizá sea como tú.

Es inteligente, muy, muy inteligente. Y tiene talento.

Es moderna, con ese punto entre frívolo e intenso.

Y un pelín histérica.

Intenta hacer siempre mil cosas a la vez, quiere estar al tanto de todo, no perderse nada.

Parece más o menos feliz, como si controlara su vida o como si lo intentara.

Pero por dentro, se siente muy sola, le puede el miedo y la ansiedad.

Tiene muchas dudas respecto a su cuerpo, se siente culpable por algún extraño motivo (seguramente relacionado con su infancia o su familia) y empieza a notar el paso del tiempo.

Tic-Tac, Tic-Tac, le dice eso que llaman reloj biológico: te estás haciendo vieja, ya no tienes 15 años, mira todas esas arrugas...

Y a veces, se le va la olla. Aunque puede que eso no se lo diga a nadie. Ni siquiera a ti.

Hace cosas extrañas.

No, nos nos referimos a su forma de vivir que pretende ser siempre tan original y extravagante, sino a cosas de verdad extrañas.

Cosas que ponen de manifiesto lo desesperada que está.

¿Como qué?

Como encontrarse a su vecino en mitad de un ataque epiléptico y abrazarse a él imaginando que es su novio.

O dar clases de natación a un grupo de viejos sin salir de casa, sólo con una palangana para que metan la cabeza dentro.

O enamorarse de uno de sus alumnos adolescentes porque cree que es la reencarnación de una fantasía sexual que la persiguió durante años.

O trabajar como extra en una película para salvar su relación de pareja.

O actuar como la madre de una hija que en realidad no es suya.

Así es un poco Miranda July y los relatos de su libro Nadie es más de aquí que tú (Ed. Seix Barral).

Hemos mezclado a la autora, de la que sabemos muy poco, con sus cuentos. Y hemos hecho una especie caricatura. Sólo eso.

Perdona, Miranda, si simplificamos. O si exageramos. Es que nosotros somos así.

En realidad todos sus cuentos, o casi todos, son variaciones sobre la misma historia: una mujer chiflada (no loca) que se siente muy sola o muy triste o muy jodida (aunque no lo reconozca y aunque siga fingiendo normalidad), y que decide escapar de ello. Pero para conseguirlo, acaba recurriendo a soluciones chocantes, o retorcidas, o directamente taradas.

No son cuentos de esos que a nosotros nos gustan, los que te afectan de una forma casi física. Son algo más intelectuales, más sutiles, más fríos.

Pero sí que consiguen cosas importantes, como desconcertarte, o transmitirte cierto desasosiego. Y hasta hacerte sonreír.

Hay imágenes muy potente. Y algunas descripciones fantásticas.

Algunos cuentos son muy buenos, como Los movimientos, en el que un padre le enseña a su hija los movimientos que hay que hacer con los dedos para conseguir que una mujer tenga un orgasmo.

Retorcidito, ¿verdad? Pues en el fondo está lleno de ternura. Y tiene sólo dos páginas.

O El niño de Lam Kien, relato de la amistad entre una agorafóbica (o mucho más que eso) y un niño chino que pasea a un perro invisible. Una historia muy, muy inquietante y en la que todo son silencios y preguntas sin responder.

O El patio común. O Majestad.

El problema es cuando July quiere dar el triple salto mortal, ser más rara que nadie y acaba pasándose de rosca y cayendo en la impostura.

Entonces, y en los cuentos más largos, resulta un poco tostón.

Pero July merece la pena: no es una frasante. Tiene talento y algo que decir, y es distinta.

No se nos ocurre nada más.

Podríamos cerrar con un vídeo muy friki, muy divertido y muy cutre que estamos viendo ahora mismo en youtube.

Pero va a ser que no.

A Miranda July algo así le pondría los pelos de punta.

1 comentario:

Tostoi dijo...

preguntando desde la ignorancia: esta chica no viene a ser un rollo Amelie Nothomb - pero un puntito más guapa-?

Higiene del Asesino: Un escrito mostruoso en su gordura, inteligente y muy cabrón, incapaz de moverse, sin haber dejado su casa en décadas, se dedica a humillar a los periodistas que por allí aparecen, que terminan llorando y huyendo. y al final aparece una chica. inteligente, muy, muy inteligente. y patatín patatán.

no la conocía yo a la tal July. Se agradece.