miércoles, 20 de mayo de 2009

El perdón y los premios (más de los Wittgenstein, un cómic, algo de Dylan y algo de Cohen)


Le Gañán ha escrito un gran comentario en la entrada del lunes, Apología del silencio, la del mercado nuevo, los Wittgenstein y Thomas Bernhard.

¡Santo Dios, santo Dios!, como decía ayer una diputada del PP en el congreso, corred todos a leerlo.

No sabemos si es verdad, o si se lo ha inventado Auster, o si se lo ha inventado Le Gañán. Pero nos da igual, es una historia preciosa sobre Wittgenstein y el perdón.

Más sobre Wittgenstein: a finales de mayo, Lumen publica una biografía familiar. La escribe Alexander Waugh y se llama La familia Wittgenstein. Cuenta cosas, según el catálogo de la editorial, como que Ludwig fue compañero de pupitre de Hitler o que su hermano Paul, el único que no se suicidó, se dedicaba a tocar piano. Hasta que perdió una mano en la I Guerra Mundial.

Más sobre el perdón: ya nadie pide perdón. Y eso que, bien visto, lo de pedir perdón puede convertirse en una de las formas más sublimes y refinadas de narcisismo.

Ahora, hablando de narcisismo, lo que hace la gente es dar y recibir premios.

Hasta a nosotros nos han dado uno. El primero en toda nuestra vida.

Pero es un premio que mola, el de una lectora, Patsy Scott, que tiene también un blog llamado Yes, feri guell fandango y que ha elegido sus diez blogs preferidos. El nuestro es el último.

Y nos encanta saber que hay gente a la que no conocemos pero que nos lee y que le gusta esto. Gente, además, que vive en Lavapiés y que escribe entradas contra esa bobada de la cirugía estética vaginal.

Gracias, Patsy. Gracias, Le Gañán.

Hay otros premios y los que más se llevan ahora son los de cómic.

Empezó el Fnac con la editorial Sins Entido y luego le siguió Planeta.

Sí, un premio Planeta de cómic dotado con 20.000€. Ya se conoce el ganador de la primera edición pero aún no se ha publicado.

Se ha convocado algún otro concurso parecido. Y nosotros acabamos de leer Evelyn, de Andrés G. Leiva, premio Sins Entido - Diputación de Cuenca.

Es una historia de vampiros, pero no de vampiros modernos en plan Crepúsculo, sino vampiros de toda la vida, como sacados de una novela gótica: mucha niebla, mucha bruma, carruajes, lobos, niños muertos con un mordisco en el cuello y oscuras mansiones que de repente saltan por los aires.

Los dibujos están bien, muy siniestros, un poco al estilo de las pinturas negras de Goya o de un Ensor descolorido. Pero el guión es flojito. Nos hubiera gustado algo que nos sorprendiera o que le diera una vuelta de tuerca al género, algo menos previsible.

Luego leemos en El Mundo que van a subastar el primer poema de Dylan. Lo escribió con 16 años y habla de un perro muerto. O asesinado.

Muy alegre. El tema del perro muerto da mucho de sí. Otro día hablamos de perros muertos.

A Dylan querían darle el Nobel de literatura. Pero es muy malo escribiendo. ¿Alguien ha intentado leer Tarántula, ese engendro de libro, su única novela?

Pero no, lo del Nobel no era por Tarántula, era por sus canciones. La poesía popular del siglo XX, dicen, es el Rock'n'roll.

Vale, visto así lo aceptamos. Mola Dylan. Y según cuentan, el primer volumen de sus memorias, Crónicas, no estaba mal.

Quien además de cantar sí que escribe poemas muy chulos es Leonard Cohen.

El otro día nos devolvieron un libro que ya casi habíamos olvidado, El libro del anhelo, y hemos estado hojeándolo.

Lo publicó en 2006 también Lumen (hoy parece que estamos esponsorizados por esta editorial).

Hay poemas y dibujos, muchos son de los años que Cohen pasó como monje budista, o de cuando abandonó el monasterio, pero otros tienen unos cuantos añitos más.

Habla del zen y de lo coñazo que resulta dedicar tu vida a la meditación, habla de sus contradicciones, habla del paso del tiempo y de volverte viejo, habla de la poesía y de los poetas. Y sobre todo, habla de mujeres y de amor, ¿de qué iba a hablar Cohen si no?

Cerramos con un poema en prosa incluído en el libro, o un cuento breve, o lo que quiera que sea. Se llama Como tú:
Porque eres hermosa, pero olías mal, supe que te habían matado. Y tú pensaste lo mismo de mí. Dijiste: "Eres un anciano elegante, pero apestas". Después del largo evento de la intervención desnuda, juntaste las manos y te inclinaste. "Gracias", dijiste. "Ha sido la primera vez que no he hecho nada". Muchas han sido las cosas maravillosas que me han dicho sobre mi suerte, pero aquella fue sin duda la más maravillosa. "¿Cómo huelo ahora?", te pregunté. "Peor que nunca", dijiste. "Eso mismo pienso de ti", dije yo. Después volviste a Francia (¿o era Holanda?) y desde entonces hemos sido buenos amigos. A veces, cuando los colibríes están quietos, huelo cómo te pudres al otro lado del mundo.

7 comentarios:

DON ZANA dijo...

Sr. Vilá, Le Gañán (me refiero al invitado, no caliifco al Sr. Vilá, dios me libre),

¿Han oído hablar de un entrañable tipo con bigote llamado Earl Hickey que se pasea por la tele desfaciendo entuertos causados por él mismo años atrás?.

Todos esos entuertos tienen una víctima (lógicamente). El bueno de Hickey hace una lista de agravios y agraviados y los va resarciendo uno a uno, porque cree (o sabe) que, si no lo hace, un tal "karma" caerá sobre él implacablemente.

A mí me cae bastante simpático, y nunca pensé que estuviera inspirado en Wittgenstein, la verdad. Pero podría estarlo. ¿No, le Gañán?. En realidad, Earl no pide perdón, simplemente compensa el daño, porque se cree obligado a ello. Pero una cosa lleva a la otra... o no.

Realmente, contada por mí parece una gilipollez, pero la historia de Hickey es formidable. La recomiendo.

Anónimo dijo...

me gusta el final. va sobre una prostituta?

Juan Vilá dijo...

Don Zana,

Yo también pensé en esa serie, 'Mi nombre es Earl'.

Casi no la he visto, pero me han hablado muy bien de ella.

Su comentario me anima aún más a verla en cuanto tenga un segundo.

Anónimo,

Yo no había pensado que fuera sobre una prostituta el poema de Cohen, la verdad.

Eso para mi gusto le quita encanto.

Pensaba sólo que eran dos sujetos libres y rotos que se encuentran, se follan y luego se siguen soportando y queriendo a pesar de conocer unas cuantas miserias del otro.

No sé, es sólo una interpretación posible.

Y que cada uno se quede con la que más le guste.

C.Pace dijo...

¿Es que nadie va a felicitarle por su premio-reconocimiento, Sr. Vilá? Ya ve, todo el dia tecleando para que sus ingratos lectores ni se acuerden de usted en los buenos momentos.¡Santo Dios, santo Dios! ¡Como somos! Yo no me quedo con las ganas.
Felicitaciones, más que merecidas y gracias por dedicarnos un rato de su tiempo cada día.

Nobella dijo...

Hola, podría hablar de lo mucho que me gusta Leonard Cohen pero sólo sería una excusa. En realidad escribo porque me han pedido libros felices y no sólo no tengo ni uno sino que no tengo ni idea de cómo encontrarlos. Juan, ¿conoces alguno, aunque sea de oídas?

Juan Vilá dijo...

Gracias, C. Pace, pero vamos, que lo del premio es como su mensaje: saber que hay alguien ahí a quien le mola esto.

Y Nobella, se me ocurre 'La leyenda del santo bebedor'. El miércoles hay no sé qué aniversario de Joseph Roth y pensaba escribir algo al respecto.

Es un libro de muy buen rollo, con el que siempre ocurren cosas y que a todo el mundo le gusta.

¿Te sirve?

Nobella dijo...

Pues ya te diré si me sirve. De momento, gracias.

La historia de Wittgenstein que relata Le Gañán me ha encantado, y creo que es real, porque no tiene un final feliz. Tiene el final que tiene que tener, y no importa porque el perdón que él necesitaba es el que salió de sus tripas.