martes, 14 de julio de 2009

Vuelta a Madrid y a la realidad (sobre 'El club de los estrellados', de Joaquín Berges)


Vuelvo a Madrid.

Leo un libro de Tusquets.

Ya ni recuerdo cuándo fue la última vez que leí algo de la editorial (ahora, por cierto, celebra su 40 aniversario).

De éste me gusta el título (El club de los estrellados), la foto de la portada y que no sé nada de su autor, Joaquín Berges, es su primera novela.

En la foto sale un tipo joven y atractivo, sentado y desnudo de cintura para abajo. Mira desafiante. Lleva un liguero rojo.

Poco que ver con el protagonista de la novela.

O uno de los dos protagonistas.

El de la historia se llama Francho y es feo, muy, muy feo, mayor que el de la foto. Trabaja como funcionario de correos y heredó de su madre, doña Luisa, una mercería. Vendió el local y se quedó con el género que aún guardaba la vieja. Ahora tiene un armario lleno de bragas, sujetadores y cosas por el estilo. Al volver a casa por las tardes, coge alguna prenda, se la pone y se masturba frente al espejo.

Hay otro protagonista, creo que no se dice su nombre. Es el mejor amigo de Francho. Tiene un bar y se conocen desde niños.

Éste último carece de excentricidades sexuales, que se sepa. Sus aficiones son la astronomía y la música de Bach.

Los dos están solos, muy, muy solos, aunque se tienen el uno al otro.

Una noche Francho se emborracha y le para la policía. Un agente se burla, o le toma el pelo, o hace un comentario jocoso y él le mete una hostia. Acaba detenido y en los calabozos otro tipo le da un sobre en el que pone: "para Koyak".

A partir de ese momento, Francho, porque es empleado de correos o por escapar de su vida, se empeña en llevarle la carta a su destinatario, y el otro, el amigo, entabla una peculiar relación con una mujer llamada Hortensia: la cuidará durante su enfermedad, la instalará en su casa y hará lo que sea con tal de tenerla cerca...

Hasta ahí, el argumento, o lo que se puede contar de él.

El club de los estrellados tiene cosas muy buenas.

Sus personajes son feos y creíbles, gente normal, cada uno con sus manías y sus perversiones. Berges podía haber caído en la caricatura. O el friquismo. Pero no.

Berges sabe tratarles. Y se agradece: no es ni cruel ni baboso. No se ríe de ellos, no los convierte en objeto de mofa, no carga las tintas, no les ahoga en caspa, pero tampoco los compadece ni los idealiza ni los quiere proponer como modelos de nada.

Son sólo personas: con su dignidad, sus miserias, sus fracasos y sus grandezas. Como tú o como yo.

Y a estos dos tipo tan cotidianos, tan grises a simple vista (sólo a simple vista) les embarca en una de esas epopeyas contemporáneas que tanto nos gustan.

En este caso, la epopeya consiste en huir de la soledad y del aislamiento, abrirse al amor, o algo que se le parece, descubrir un cuerpo, otro cuerpo al que se mira y se desea, aunque se haga de las formas más extrañas, o más torpes, o más desesperadas.

La epopeya es, por supuesto, absurda, como toda epopeya contemporánea. Absurda y disparatada.

Pero sólo en los métodos. O sólo vista desde fuera.

Berges hace creíbles las dos historias que avanzan en paralelo, la del fetichista y la de dueño del bar. El primero entra a saco en un mundo de putas, chulos y mafiosas. El segundo se mete en un amor imposible y mudo, mientras trata de desentrañar los misterios que rodean a esa mujer que tanto desea pero a la que apenas conoce.

Hay cierto tono melancólico, pero también mucha ironía.

Hay paralelismos entre las dos historias principales y las de otros personajes que aparecen por ahí, hay seguramente eso que llaman juegos de espejos. Y otras cosas parecidas. Pero no molestan, encajan en la novela.

Y luego está lo malo, lo que no nos ha gustado: su afán por describir. Y lo que es peor, Berges se pone a mirar el mundo, lo "observa" todo, y encima lo piensa en voz alta, y lo que resulta imperdonable, nos lo cuenta y llena la novela de reflexiones y sentencias.

Íbamos a poner un ejemplo, pero no. Hay muchos donde elegir y el problema es precisamente la acumulación.

Alguien tendría que haber cortado el manuscrito, pulirlo, es una pena.

Empieza muy bien, pero luego te atascas, a ratos, no consigues avanzar.

Hay cosas que es mejor mostrar, sugerir, dejar que el lector llegue a sus propias conclusiones.

No explicitar.

Y tampoco es que las reflexiones, descripciones, observaciones y sentencias aporten gran cosa, como sí aportan los personajes, ya lo hemos dicho, o la historia.

Al acercarse al final, el ritmo vuelve a subir.

Te reconcilias con el libro.

Merece la pena, te dices.

Terminanos El club de los estrellados y ya ni nos acordamos del fin de semana ni de la playa. Estamos de lleno en la realidad.

A otros, quizá, les descubra un nuevo pasatiempo: imaginar quién de todos los tíos que hay a su alrededor lleva unas bragas de seda roja debajo de los pantalones.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy básicamente de acuerdo con esta reseña. Sólo que yo creo que la novela no pierde la agilidad en ningún momento. A mí me enganchó de principio a fin. Y me dejó con ganas de seguir leyendo más y más...

Juan Vilá dijo...

Anónimo, a mí, hacia la mitad, me costó, ya lo cuento aquí.

Y es una pena porque la novela está muy bien, me pareció muy interesante.

Pero, vamos, como todo es discutible y se agradece tener otra opinión.

DON ZANA dijo...

Sr. Vilá,

Ha dicho usted la palabra "mágica" precisa para hacerme salir corriendo a comprar el libro: Bach.

Tengo la desgracia de compartir esa afición (en mi caso obsesión)con el personaje de la novela que nos presenta.

Y digo la desgracia con toda intención, porque la música de Bach no me hace disfrutar, sino que me exige y me exige, cada día más.

Esa música es la máxima expresión del encriptamiento (esa palabra parece no estar en el diccionario, pero supongo que me entiende usted). Procesos, secuencias, sucesiones aritméticas, casi geométricas. En fin, un desastre y un esfuerzo terrible para la mente de un pobre ciudadano que no se mete con nadie.

Cuando aún llevaba pantalones cortos (a finales de la posguerra) mis padres me pusieron delante de un piano con una profesora que parecía un botijo (no había un sólo ángulo en todo su cuerpo, incluida la cara) y así pasé mi infancia y adolescencia.

Siempre he pensado que eso puede tener algo que ver con lo sólo que me encuentro actualmente.

La "Sra. Botijo" también era aficionada a Bach, y me metió el "Cuaderno de Ana Magdalena" con calzador. Hasta el fondo.

Pero todo eso ocurrió hace mucho tiempo. Hace 20 años que no me acerco a un piano. Ni pienso. Sin embargo, sigo necesitando escucharlo. Casi todos los días. Me duele, pero me aguanto.

Si J.S. Bach y la Sra. Botijo no se hubiesen cruzado en mi camino, yo sería una persona más normal, con más amigos y, seguramente, menos feliz.

Gracias, Sr. Vilá. Me voy a por el libro de Berges.

Juan Vilá dijo...

Don Zana, es usted una caja de sorpresas.

Yo el otro día fui a un concierto: tocaron una pieza de Mozart.

Pensé en ese momento que Mozart era la única prueba válida de la existencia de Dios, e incluso de eso que llaman diseño inteligente.

Ahora me da miedo Bach.

Igual termina de convertirme.

Mejor voy a seguir con el rock and roll o cualquier otra tontería moderna.

Intente ser feliz, cuídese mucho.

Anónimo dijo...

Querido Don Zana (permítame llamarle "Querido" a pesar de que sólo cruzamos de vez en cuando algunas palabras en este gran invento del Sr Vilá), pero sí, querido; quizás mi pregunta ahonde en su herida, pero allá voy: ¿podría usted recomendarme alguna pieza de Bach? La que más rabia le dé, la que más escuhe, la que haga más daño (espiritualmente hablando, claro). Le pido este favor ya que Bach siempre me ha dado MIEDO, sí, desgarra, y por eso lo he evitado, Siempre, pero es hora de hacerle frente al fin y le pido consejo si es usted tan amable como se intuye...
Gracias de antemano y por supuesto, gracias también a Vilá, por estar ahí y por recomendarnos ésta novela y saber algo de Berges.

Por cierto, la foto de la película (que recomiendo) es estupenda.

Hanna dijo...

Para Anónimo:
Cantatas 140, 199, 201, 208. Por ejemplo. Duos y Coros majestuosos. Es muy curioso que la música sea la puerta de acceso a una novela.

Para todos:
Yo acabo de comrpar El Club de los Estrellados y debo decir que, de momento, me tiene enganchada, que me gusta la alternancia de las dos historias (aunque ya me he hecho simpatizante de una de ellas) y que el libro tiene algunas frases preciosas.

Gracias por la recomendación al autor del blog.
Slds
Hanna

DON ZANA dijo...

Querido Anónimo,

Las variaciones Goldberg son lo que más comunmente me desestructura la cabeza. Imprescindible que las toque Glenn Gould. Búsquelo, no le costará encontrarlo, pero que sea Glenn Gould. De verdad.

Otra recomendación que le hago es "Die Kunst der Füge" (creo que se escribe así, significa "el arte de la fuga"). Es uno de los más claros ejemplos de los juegos matemáticos de Bach.

La música religiosa también es interesantísima. Las cantatas, como le han dicho ya en este blog, por supuesto. La pasión según San Mateo tiene mucha fama, aunque para mí lo más grande es la misa en sí menor (bwv 232).

En fin, anónimo, es una pena encontrar ahora su petición, porque tengo muchísima prisa y he escrito a botepronto lo más significativo que me ha venido a la cabeza. Bueno, bien mirado, podríamos decir que usted y el resto de lectores de este blog tienen suerte de que tenga prisa, porque me podría pasar el día...

Que lo sufra son alegría.

Anónimo dijo...

Muchas gracias a Hanna y Don Zana por su rápida respuesta a mi petición-consejo sobre Bach. Me pongo a buscar. Ya es hora de enfretarme y por lo que veo-leo, tengo para largo tiempo. Seguiremos en contacto y espero sufrirlo con alegría. Gracias de nuevo, da gusto con ustedes. De verdad. Buen fin de semana.

Hanna dijo...

De nada, Anónimo.

Ya me he acabado El Club de los Estrellados. Me ha encantado. Y me ha dado mucha pena terminarlo porque me he encariñado de los personajes.

Saludos
Hanna

Alfabeta dijo...

Me ha gustado muchísimo. Gracias al autor de este blog por haberlo descubierto para mí.
Ha sido mi libro del verano.

el secuaz de Kojak dijo...

Gran debut literario, si es que es cierto que es su primera novela. Me ha gustado mucho. Qué personajes tan logrados, y no me refiero sólo a los principales...¿os habéis fijado en Kojak? Para mí es el mejor.