martes, 20 de abril de 2010

Sólo en sueños soy tan deplorable (sobre 'Sueños', de Franz Kafka)


Contar los sueños debería estar prohibido.

Por impúdico.

Y porque casi siempre son un coñazo.

Hay aún otro peligro: la mezcla de lo impúdico y el coñazo.

Los sueños suelen ser pastosos.

Nuestro inconsciente es pastoso.

En él se van quedando los restos del día.

Como una fosa séptica: si te asomas, a lo mejor, te acabas ahogando en la mierda.

Imagina que encima la mierda es de otro.

No.

Pero imagina que ese otro es un tal Franz Kafka.

Entonces, las cosas cambian.

Los sueños siguen siendo pastosos, o muy pastosos, incluso, e impúdicos, terriblemente impúdicos.

Pero ya no son un coñazo.

Kafka tuvo sueños tan cotidianos como éste:
Hoy he soñado contigo y con tu padre, podría acordarme de los detalles, pero no quiero pensar en ello. Sólo sé que, estando aún en la puerta, le contestaba: «Puede que simplemente esté enfermo».
Y Kafka también tuvo sueños así:
Quiero interpretar tu sueño. Si no te hubieras tumbado en el suelo entre las fieras, no habrías visto el cielo estrellado y no habrías sido liberada. Tal vez no hubieras sobrevivido a la angustia de la posición vertical. A mí me ocurre lo mismo. Es un sueño común que has tenido por los dos.
Kafka, cuando cuenta sus sueños, dice frases como: "Anoche asesiné por ti" o "Sólo en sueños soy tan deplorable".

Y a veces, él mismo cree que es más útil dormido, por lo que sueña, que despierto. Mientras que otras, ya no soporta tanta actividad inconsciente y se queja desesperado. Dice: "No puedo dormir. No hago más que soñar", y acojona.

En los sueños de Kafka hay teatros infinitos, niñas ciegas y viajes a Laponia.

Y cartas, muchas, muchas cartas.

Y su padre, y Milena, y hasta una pared cubierta de mierda (otra vez la mierda) que él tiene que escalar pero que se resbala.

Kafka nunca reunió sus sueños en una única obra, cuaderno o lo que fuera. Los desperdigó por sus diarios, sus cartas, etc. Ahora la editorial Errata Naturae ha seguido el camino inverso y los ha juntado todos en un librito que se llama Sueños.

Hoy Vila-Matas hablaba de él
en El País y lo calificaba como: "un recuento sobrecogedor, sobre todo cuando comprendemos que ese material (los sueños) se infiltró directamente en su propia biografía".

Lo que no cuenta Vila-Matas es que lo verdaderamente sobrecogedor, o más que eso, lo aterrador, de Kafka, es que ese mismo material, y en general cualquier otro, donde de verdad se infiltra es en la vida de quien lo lee.

Se infiltra.

Se infiltra.

Y se infiltra.

Y yo sé que esta noche volveré a tener pesadillas, como tantas otras noches, pero hoy, por lo menos, serán las pesadillas de Kafka.

(La foto no sé de quién es. La encuentro en una página de MySpace, pero tampoco creo que sea de ahí.)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracías por descubrirnos una vez más un libro que no dejaré de leer.
Saludos a todos.

Anónimo dijo...

Yo no recuerdo el 99% de mis sueños. Leeré el libro para intentar entender como se puede convivir con un inconsciente tan potente y tan duro. Debe ser muy chungo.

Aunque me cuesta creer que la gente no tenga, recuerde, también los sueños "buenos". Hasta usted, Sr. Vilá, seguro que es capaz de recordar, haber tenido (y tiene), "buenos" sueños.

Imposible que sea todo tan impúdico y tan coñazo.

Que tengan todos un muy "buen" día y mejores sueños...