miércoles, 14 de abril de 2010

Sobre 'Notas al pie de Gaza', de Joe Sacco


Leo Notas al pie de Gaza, de Joe Sacco, editado por Reservoir Books (Mondadori) y traducido por Marc Viaplana.

Notas al pie de Gaza es un largo, larguísimo reportaje en forma de cómic, casi 400 páginas, que pretende investigar dos matanzas de civiles palestinos ocurridas en 1956.

Sacco ya conoce el terreno y de hecho publicó otro cómic, Palestina, entre 1993 y 1995, elogiado por gente como el gran Edward Said y boicoteado por algunas librerías de Estados Unidos, según cuenta Jaume Vidal en una de las solapas del libro.

Sacco también ha escrito y dibujado la guerra de Bosnia y la de Chechenia en otros trabajos suyos.

Trabajos de no ficción, o sea, reportajes, ya se ha dicho pero conviene recalcarlo.

Sacco recorre Gaza en busca de supervivientes de esas dos matanzas y todos le preguntan lo mismo: ¿por qué cuentas lo que pasó hace 50 años y no lo que está ocurriendo ahora?

Pero lo cierto es que Sacco lo cuenta todo, lo de 1956 y lo de 2003, momento en el que él realiza su investigación.

Y lo cierto, también, es que hay tantos muertos, tanta sangre y tanto horror en Gaza, que al final, los más viejos acaban confundiendo todas las matanzas: las de 1948, las de 1956, las de 1967, la primera Intifada, la segunda, etc.

Todas se confunden, todas se mezclan y todas, quizá, sean la misma.

Aunque no, de ninguna manera, son necesarias las referencias, como son necesarios los cadáveres, para despedirte de ellos, y tener las cosas un poco claras, para no liarse, para no perderse en ese gran magma de horror (sí, horror) e injusticia, para saber, por ejemplo, cuándo mataron a tu padre, cuándo mataron a tu mejor amigo, o cuándo mataron a tu hijo.

Visto así, alguien podrá pensar en Vals con Bashir.

Vals con Bashir es una película de animación que luego adaptaron al cómic y en la que el director, Ari Folman, contaba su propia historia: la de un israelí que en 1982 participó en las matanzas de Sabra y Chatila. Veinte años después, ante su incapacidad para recordar nada, inicia él también su propia investigación.

Vals con Bashir era espectacular, visualmente potentísima y muy bien contada.



Pero viendo Vals con Bashir es imposible no sentirse incómodo.

Vals con Bashir es el relato de los verdugos, sus culpabilidades y sus neurosis.

Bien, los verdugos (muy jóvenes en este caso, eso sí, adoctrinados, soldados rasos que cumplían órdenes y que quizá no sabían ni lo que estaban haciendo) también tienen derecho a contar su historia, por supuesto, su arrepentimiento si se da el caso, su empecinamiento en el crimen, o lo que sea.

Pero en Vals con Bashir faltaba algo y quizá fuera eso lo más incomodo: faltaban los palestinos.

El verdugo se miraba el ombligo y lloraba.

Los palestinos, una vez más, se quedaban sin nada: ni país ni casa ni voz ni identidad.

Los palestinos sólo aparecían como fantasmas en la imaginación de su director, o como figurantes en alguna escena, o mejor, como cadáveres al terminar la historia.

Pienso en Vals con Bashir porque Notas al pie de Gaza puede parecer lo mismo pero es justo lo contrario.

Notas al pie de Gaza es un gran retrato de Gaza y sus habitantes: gente que no son ni fantasmas ni cadáveres ni figurantes de alguna otra tragedia.

Los habitantes de Gaza, aquí, luchan, discuten, tienen hijos, intentan ganarse la vida o construyen casas.

A pesar de todo.

Y ese a pesar de todo incluye ejecuciones en masa, asesinatos selectivos, torturas, demolición de viviendas, pobreza extrema y mil violaciones más de los derechos humanos.

Notas al pie de Gaza quizá le parezca a alguien poco objetivo o partidista.

Puede ser, pero es que hay veces que resulta imposible, o algo mucho peor, el pretender esa objetividad.

Lo que sí hace Sacco es recoger la versión israelí de las matanzas de 1956, o la de la demolición de casas en 2003. La de Israel y la de la ONU.

Y desde luego, no se le puede acusar ni de maniqueo ni de panfletario.

En Notas al pie de Gaza aparece la traición de los líderes palestinos a su pueblo, las torturas por parte de los egipcios, las ejecuciones de los colaboracionistas o los atentados suicidas en territorio israelí, que todos discuten, algunos para repudiarlos mientras otros los celebran.

Hay algo más en Notas al pie de Gaza: un sentimiento generalizado de cansancio e impotencia, la convicción de que es imposible vencer y que los kalashnikovs no tienen ninguna opción frente a los helicópteros Apache. Y sin embargo, a nadie se le ocurre rendirse. Saben que, de una u otra forma, están obligados a resistir y a seguir luchando porque la vida así resulta intolerable, pero si no, podría ser aún peor.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No he leído Notas al pie de Gaza, pero sí vi en el cine Vals con Vashir y pienso que, además de que las películas no tienen que aspirar a contar la verdad, el hecho de que no salgan los palestinos, que aparezcan como gente de otro planeta o fantasmas, es un recurso del autor. Quiere presentar a algunos soldados israelíes como víctimas. Personas normales que son enviadas a matar gente normal, que aparece desdibujada, lo mismo que los motivos que ellos tienen para agredirles.

Juan Vilá dijo...

Anónimo,

Sólo dos comentarios a tu comentario e intentaré ser rápido:

1. 'Vals con Bashir' no aspiraba a ser una película de ficción, sino un documental. Te remito, por ejemplo, a Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Vals_con_Bashir (digo Wikipedia por decir algo, hay muchas más referencias).

2. Las narraciones (películas, novelas, cómics...) aún cuando no aspiren a contar la verdad, sí que transmiten determinados valores, ideología, forma de ver el mundo, etc. El autor es libre de elegir los recursos y el punto de vista que quiera, pero éstos nunca son inocentes, siempre implican algo, y por lo tanto, pueden y deben ser analizados y criticados. Mucho más cuando se aborda un genocidio como las matanzas de Sabra y Chatila.

En este sentido, me parece mucho más que cuestionable 'invisibilizar' a los que fueron asesinados y poner en primer plano la culpabilidad, el estrés postraumático, o como quieras llamarlo, de quienes contribuyeron a ello.

Lo dejo ya.

Y gracias por opinar.