Llevo varias semanas queriendo escribir algo sobre Deseo de ser punk, de Belén Gopegui.
Incluso lo he intentado.
Pero no encuentro el tono o no me sale o me lío.
Quizá haya demasiadas cosas que decir.
O quizá me esté volviendo gilipollas.
"Una novela interesantísima", puse el otro día en otro sitio.
Y también: "puede que alguna cosa chirríe y puede que la literatura no sirva para hacer la revolución".
Lo importante sería aclarar estas dos últimas frases.
Y luego, si acaso, contar todo lo demás.
Pero hoy, 11 de octubre de 2009, víspera del Día de la Raza, de la Virgen del Pilar, de la Fiesta Nacional y del Gran Desfile de las Fuerzas Armadas, tampoco va a ser.
Acabo de poner la tele y he visto que hay un autobús por Madrid que lleva encima a Fito Páez y en el que va a dar un concierto.
Por supuesto, no voy a ir.
Tengo otros planes y algo de dinero en el bolsillo que quiero gastar con la misma alegría con la que lo he ganado esta mañana en el hipódromo gracias a un caballo que se llamaba Fénix y que ha pagado 13,20 por cada euro apostado.
Pero la idea es bonita.
Quiero decir que a mí también me gustaría ir en un autobús sin techo por la Castellana, con miles de watios a mis espalda y cantando eso de:
En esta puta ciudad, todo se incendia y se vaPodemos ampliar la fantasía e incluir al final una copa con Esperanza Aguirre, Ruiz-Gallardón, Ángeles González Sinde y Pedro Zerolo.
Maldito sea tu amor
tu inmenso reino y tu ansiado dolor.
Seguro que el alcohol mezcla de puta madre con el lexotanil del que habla en la canción y con toda esa gente tan maja.
(Prometo que el próximo día vuelvo a intentarlo con Gopegui. De verdad que el libro merece la pena.)
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