Vuelvo a entrar en un bucle.
Llevo desde ayer atrapado en una canción.
Se llama The great leap forwards y la canta Billy Bragg.
La escucho una y otra vez, una y otra vez.
La escucho y lloro.
Esta noche Billy Bragg va a actuar en Madrid y yo me lo voy a perder.
Es por eso por lo que lloro.
No por todo lo demás.
Antes me gustaba mucho cuando decía:
Here comes the future and you cant run from itPero cada vez la canta de una forma distinta.
If youve got a blacklist I want to be on it
En el vídeo de arriba cambia eso de "si tienes una lista negra, quiero estar en ella", por "si tienes un sitio en MySpace, yo quiero estar en él".
No es lo mismo, pero se entiende.
Todo el mundo, hasta Billy Bragg, aspira a tener un millón de amigos.
Yo, a veces, también.
Quizá ese sea el motivo por el que no voy a verle esta noche: me encanta la gente, me encantan las cenas, me encanta relacionarme.
Sobre todo cuando consigo no vomitar.
Volviendo a Billy Bragg, él es muy rojo. Lo mismo canta su propia versión de la Internacional en una protesta contra el G-20 que adapta una canción de Dylan para dedicársela a Rachel Corrie, la activista aplastada por una excavadora israelí mientras intentaba proteger la casa de una familia palestina.
Bragg tiene también una versión muy cañera del All you fascists, de Woody Guthrie.
Aunque hay quien se queda con sus canciones de amor.
The Passionate & Objective Jokerfan le escribió un tema muy divertido, Billy Bragg, I Prefer Your Love Songs To Your Political Songs (lo siento, pero este enlace me temo que sólo van a poder seguirlo los usuarios de Spotify, no he encontrado otra cosa).
Supongo que cuando hablan de canciones de amor, se refieren a A new England pero es que yo, de tanto escucharla, le tengo un poco de manía.
La misma manía que le tenía, por ejemplo, a Nick Cave como escritor.
Aunque a él se la estoy perdiendo.
Cuando consigo salir del bucle y escapar de The great leap forwards, me pongo a leer La muerte de Bunny Munro, su segunda novela.
Me está gustando mucho, pero eso mejor lo cuento otro día.
También sigo descargándome alguna cosilla de Internet.
Lo último ha sido un cuento, Mujer de pie, de Yasutaka Tsutsui.
Todavía no he podido leerlo.
(Tiene gracia, hoy ha empezado la Feria del Libro de Fráncfort, la más importante del sector, y se vuelve a hablar a todas horas del libro electrónico. Incluso un editor dice en El País que las obras en este formato no se venderán por menos de 12 euros. Yo seguramente me equivoque con mis apocalípticas predicciones sobre el tema, pero juraría que más de uno está haciendo todo lo posible para que se cumplan.)
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