jueves, 20 de agosto de 2009

Lecciones de existencialismo barato (leyendo a Kierkegaard camino de Asturias)


Corto y pego de Temor y temblor, de Søren Kierkegaard, en la traducción de Demetrio Gutiérrez Rivero para Ediciones Guadarrama:
Sí, el prodigio está en vivir así, en virtud del absurdo, alegre y feliz a cada instante y a lo largo de toda una vida, viendo siempre la espada suspendida sobre la cabeza de la amada, pero sin que por ello se busque el reposo en los dolores de la resignación, sino encontrando precisamente la alegría y la felicidad en virtud del absurdo. El hombre capaz de lograrlo es grande, el único grande entre todos los hombres.
Aunque Kierkegaard no hablaba de esto: ni del calor ni de las carreteras ni de las escapadas de fin de semana ni del embrutecimiento.

Kierkegaard hablaba de Dios, de la fe y de un viaje terrible: el de Abraham hasta el Monte Moria para sacrificar a Isaac, su propio hijo.

Kierkegaard fue uno de los hombres más desgraciados de la historia, suponiendo que eso se pueda medir o establecer un ranking.

Era jorobado.

Conoció a una mujer, Regine Olsen. Se enamoró de ella. Le pidió que se casaran. Regine dijo que sí, pero luego Kierkegaard fue incapaz de asumir el compromiso. Ella se marchó con otro. Él no la pudo olvidar nunca.

Una vez Kierkegaard pidió que le insultaran y caricaturizaran desde una revista de la época. Sus enemigos lo hicieron con tanta saña que la gente se burlaba de él y le acosaba por la calle. El pobre estuvo a punto de no volver a escribir.

Enterró a cinco de sus seis hermanos.

Siempre creyó que Dios odiaba a su familia y que les estaba castigando porque su padre de joven había maldecido al cielo.

Otro día hablamos con calma de Kierkegaard.

Sólo le pasó una cosa buena en la vida: no tuvo que trabajar gracias a la herencia que le dejó su familia.

Justo después de haber sacado del banco el poco dinero aún que le quedaba, cayó desplomado en la calle. Tenía 42 años.

Quizá por eso, y por todo lo demás, ayer me acordé de él.

Para Faemino y Cansado, Kierkegaard es tan importante como para mí.

1 comentario:

Yocueloelgazpacho dijo...

Como bien saben Cansado y Faemino, el único grande entre todos los hombres, es el "Hombre Tuporaqui".
Interesante entrada, Vilá. E inmejorable asociación de ideas...