jueves, 17 de septiembre de 2009
Ventajas de la precariedad (otro trabajillo de mierda: la gran autora contra Breat Easton Ellis)
...Y sin embargo, hay algo gratificante, incluso hermoso, si es que puedo utilizar esa palabra, en esta precariedad voluntaria (la mía), construida a base de contratos rechazados y trabajillos de mierda.
Pienso en esta tarde, por ejemplo, ya casi de otoño, en un hotel justo enfrente del Retiro.
Una sala alquilada por la editorial, una mesa llena de libros firmados por ella, la gran autora, denostada por algunos, o denostada por tantos, pero que los vende como churros en medio mundo.
Ella y yo en el sofá (no, esta vez no es porno) con la grabadora en medio.
Los dos tan educados, tan encantadores, tan profesionales.
Todo tan irreal.
Y entonces yo le pregunto: "Su novela ya aparece en todas las listas de los más vendidos (Fnac, La Casa del Libro, El Corte Inglés) junto a la trilogía de Larsson, un autor al que usted admira y al que considera una buena compañía, pero ¿con quién no le gustaría estar?"
Y ella responde, segura, contundente, sin la menor agresividad: "No me gustaría estar entre los más vendidos con gente como el de American Psyco, Breat Easton Ellis, no quiero estar en compañía de los que se refocilan en la maldad, en la crueldad, en lo feo... ¿Para qué?"
Y tiene razón.
Aunque mi primer impulso haya sido rebatirla. De forma muy, muy tranquila, decirle que Breat Easton Ellis es el gran novelista yanqui de los 80 y principios de los 90, que nadie ha entendido su país como él y que American Psycho, repugnante, sí, es la puta Capilla Sixtina de un mundo y un tiempo enfermo.
Pero eso es sólo mi opinión y seguramente esté equivocado.
Además, ninguno de los dos ha venido aquí para hacer tertulia.
Esto es una entrevista y yo, en las entrevistas, siempre acabo desarrollando una variante del síndrome de Estocolmo: me gusta y me hace gracia cualquiera que se digne a responder mis preguntas.
Ella también.
Ella, hoy, la que más.
Tienes razón, Isabel, no pintas nada al lado de Breat Easton Ellis.
Ni siquiera en este estúpido blog.
Gracias por tu amabilidad y tu tiempo.
Te dejo ya en paz.
Y prometo no volver a nombrarte.
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