martes, 22 de diciembre de 2009

Navidad: horror inexplicable (Luis Alberto de Cuenca y la angustia del hombre católico y de derechas frente a estas fechas tan entrañables)


Seguimos con el tema de la navidad.

¿Cómo hablar de otra cosa si hoy he tenido que madrugar y los putos niños de san Ildefonso no se han callado en toda la mañana?

Pero hoy quiero acordarme de esa minoría silenciosa que también lee este blog.

Algunos casi de forma vergonzante.

Hoy quiero acordarme, con todo mi cariño, de los votantes del PP, los simpatizantes del Opus Dei, los reaccionarios ilustrados (sí, al menos existe uno en España, o quizá sean dos), los oyentes convencidos de la Cope (o Intereconomía, o lo que más les mole ahora), las madres valores de los Legionarios de Cristo (sí, ellas también existen y las hay rubias y desesperadas), y en general, todas las personas de orden que me quieren y me aguantan o han aguantado en un pasado dolorosamente reciente mis impertinencias.

Porque ellos, al llegar la navidad, también sienten ese profundo malestar.

Profundísimo malestar, que es tristeza, es asco y es sobre todo, angustia.

Pero en su caso, peor, porque debe ser muy jodido creer que está naciendo tu Dios, que además nace para salvarte y que tú se lo pagas encontrándote tan, tan mal, tan miserable, de tan mala leche y con tantas ganas de llorar.

Lo bueno es que no estáis solos: Luis Alberto de Cuenca está con vosotros.

Él, que participa en las tertulias de Garci, que dirigió la Biblioteca Nacional con Aznar y que escribe a la Virgen del Carmen, a España y hasta al barrio de Salamanca, os presta su voz con este poema, Navidad, que corto y pego de su libro Sin miedo ni esperanza, editado por Visor.

Otro día prometo incluir alguna cosilla más graciosa de de Cuenca, algo que hable de sus ex novias, sus amigos muertos o los perros muertos de sus ex novias (para mí, su gran especialidad).

Y mientras, os quiero, recordadlo bien, os quiero a todos, representantes de la otra España, os quiero siempre, os querré incluso cuando volvamos a matarnos por los pueblos, las ciudades y los polígonos industriales de este país tan católico que vive permanentemente enganchado a la tragedia, al fanatismo y a la sangre.

Hasta a veces estoy tentado de pasarme a vuestro bando.

Pero sólo a veces.

O sea, que este desliz o confesión navideña mía no se os suba a la cabeza.

Ahí va el poema:
Todo vive en la Tierra porque antes ha vivido
en el Cielo. Los astros rigen nuestra aventura
por las calles del mundo. Numeran nuestras actos,
eligen al azar nuestras melancolías
y nuestras ilusiones, escriben nuestra historia
en un libro siniestro que tiene, en de vez de páginas,
manchas incomprensibles, y un día nos despiden
de las cosas que amamos porque ha llegado el tiempo
de morir, alojándonos en el vertiginoso
remolino del caos, donde la Nada reina.
No sé las Navidades que tendré que vivir
antes de reintegrarme al agujero negro
donde siempre es de noche, pero sí sé que en estas
fiestas en que la luz vuelve de su destierro
a decirnos que aún es posible el milagro
de la de resurrección, es cuando me he sentido
y seguiré sintiéndome más cerca de la muerte
que nunca. Navidad: horror inexplicable
con que los astros dan por terminado el año.
(La foto, sí, es de la nevada de la otra noche en Madrid.)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde el otro lado: tenías razón.

http://vruz.tumblr.com/post/137220192/george-grosz-the-lovesick-man-1916-via

Anónimo dijo...

Buenos dias,

Os escribo desde ese otro lado que hoy homenajeais con tanta pasion. Se agradece en el alma que Ud precisamente se acuerde de nosotros, los que callada pero orgullosamente, valga la contradiccion, militamos en las hordas furiosas del nacionalcatolicismo. Es cierto, en estas señaladas y luminosas fiestas sufrimos profundamente, pero no por simpatia con nuestro resucitado, no en vano aun no es Semana Santa, ni nos regocijamos con su Venida. Tampoco nuestro dolor es achacable a Zapatero, que no me oigan algunos, por Dios. Me temo que nuestra propia miseria moral es la causa ultima de todo estos males, de este clima antitaurino que se respira en el reino de Jaume.

Saludos

DON ZANA dijo...

No me veo, Sr. Vilá, no me veo en ninguno de los equipos que nos presenta.

Alguien dijo que en esta vida sólo hay dos tipos de personas: las que saben contar y las que no.

También alguien dijo que, cuando todo es revolución, la única salida que le queda un hombre cabal es la reacción.

Otro dijo que en 1936 había 3 Españas (aunque éste último es inglés y, por tanto, no hay que hacerle demasiado caso).

A mí de la Navidad me joden los regalos, los christmas, las cenas de empresa y los festivales del colegio de mis nietos. Por lo demás, Madrid está precioso y en estas semanas me emborracho todos los días con gente que quiero. Y lo hago por tradición. No sé si nace un rey o un príncipe, y en realidad me da igual.

No sé, Sr. Vilá, si las opciones son militar en el equipo de Juan Manuel de Prada o en el de Pilar Bardem... se me quitan las ganas de emborracharme y entonces sí que me entra la tristeza navideña.

Cuando quiera nos emborrachamos. Estamos a tiempo.

DON ZANA dijo...

Perdón, Sr. Vilá, cometí una errata en la primera cita. "En esta vida sólo hay TRES tipos de personas: las que saben contar y las que no".

De otro modo, no tiene mucho sentido.

Anónimo dijo...

Menuda gilipollas estás hecha.