jueves, 26 de marzo de 2009

Cómo no ser Fernando Savater


¿Te pueden gustar las carreras de caballos y los libros sin convertirte en Savater?

Nosotros creemos que sí, aunque conviene tomar ciertas precauciones, como:

1. No acercarse nunca a Rosa Díez (ni dejar que ella se acerque a ti).

2. No presentarse al Planeta ("más quisieras tú, muerto de hambre", nos parece escuchar que responde el filósofo.)

3. Leer mucho a Bukowski: porque a él también le encantaban los caballos. Pero no era de los que siempre salen ganando, mande quien mande, y pase lo que pase.

Colgamos un poema suyo, no es de los mejores, pero habla del tema. Se llama Contra todo pronóstico. Y es del libro Escrutaba la locura en busca de la palabra, el verso, la ruta (Ed. Visor). El de la foto, por cierto, es él, en el hipódromo de Hollywood Park. La firma Joe Wolberg y la hemos pirateado de un libro rarísimo (teniendo en cuenta lo que se publica en España) y maravilloso: Bukowski. Una vida en imágenes. Es justo lo que anuncia el título, fotos y más fotos de él. Lo editó Salamandra en 2001.

¿Qué a qué viene esta gilipollez? A que el domingo vuelven las carreras al Hipódromo de La Zarzuela y nosotros ya estamos preparándolas gracias a la wed de A galopar.

Ahí va el poema:

llevo apostando a los
caballos
tanto tiempo
que he visto
todo un
desfile de
jockeys
llegar y
partir
y
también mujeres
y
presidentes
pero
de alguna manera
los jinetes,
para mí,
han llegado a constituirse
en hitos de
mi época.

los he visto
llegar como
novatos,
luego los he visto
ponerse
al rojo vivo,
dominar las
competiciones:
conseguir
casi siempre que
el caballo lleve
el morro hasta la línea
en primer lugar
en la foto de la llegada.
los he visto
seguir
así
una temporada
y luego
–casi de
repente–
aminorar el paso,
volverse
vacilantes,
inseguros
y, al cabo,
dejar paso
al siguiente
jinete
que viene pegando.

en las
artes,
en el mundo
del espectáculo,
en el mundo
de
los negocios
rige
el
mismo
proceso
pero
los jinetes son,
para mí,
los que mejor
definen
la osadía
y la
desdicha
de la
lucha.

pongamos por caso a Johnny
que fue
uno de los
mejores
batidores
de
nuestra época,
un
auténtico
maestro
de la salida a la llegada.
ahora
los entrena
pero no se le
da
muy bien.

se le
suele
ver
en las
cuadras,
diminuto
en su silla,
jugando a las cartas
con los mejicanos
que vienen pisando fuerte,
y perdiendo
dinero
día
tras
día.

–eh, Johnny,
¿quieres jugar
a las cartas,
tío?

los jockeys como Johnny,
para mí,
definen la
tragedia de la vida
mejor que
la
muerte de
Marco Polo,
Picasso
o Enrique VIII.

los jockeys como Johnny,
para mí,
definen la contienda de la vida,
tan menudos y
valientes.

mientras Kant
yace rígido en
su
tumba
y Mozart
se convierte en polvo.

Johnny
echa
una
carta
y
por fin
gana
una
mano.

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