miércoles, 3 de marzo de 2010

Desayuno con la boina del Sr. Hilsenrath


¿Calle Zurbarán o calle Zurbano?

Son las 10.30 en punto, he dormido menos de cinco horas y por primera vez en años no llego tarde a un cita.

No llego tarde.

Pero me he equivocado de dirección.

¿Seguro?

Seguro.

Estoy en el tercer piso del número 20 de la calle Zurbano de Madrid y voy a un sitio que se llama Casa Sefarad, que debe ser algo así como la casa de cultura israelí, pero lo único que veo, a izquierda y derecha, en las dos puertas, es un Cristo, sí, un Jesusito de mi vida lanzando su bendición para proteger un santo hogar católico.

Católico.

No judío.

Mierda.

Lo bueno es que no soy el único: hay un fotógrafo con su ayudante. Ellos también se han equivocado y ya están llamando al editor para confirmar: ¿Zurbarán o Zurbano?

En el tercer piso del número 20 de la calle Zurbarán no hay Cristos, pero sí un gran salón con una gran mesa en la que ya no queda ningún sitio libre.

Es lo que tiene llegar tarde.

Da igual, pienso, estoy acostumbrado, me quedo de pie.

Y en éstas, gracias, gracias, aparece alguien con una silla plegable.

Me sitúo en el único hueco libre, junto a la puerta, desde donde tengo una vista estupenda de la boina del Sr. Hilsenrath.

Es un desayuno de prensa.

Yo no suelo ir a estas cosas excepto cuando me pagan: ni desayunos ni presentaciones de libros ni comidas ni muchísimo menos, viajes.

Viajes ni de coña.

(A no ser que me paguen, insisto y estoy abierto a recibir ofertas, sí, por favor, hacedme muchas ofertas, lo necesito.)

Pero hoy estoy aquí.

Porque los de Errata Naturae me caen bien, porque tengo un posicionamiento en Google cojonudo (escribes Hilsenrath y la reseña sobre Fuck America de este blog es el quinto o sexto resultado) y sobre todo, porque quiero comprobar si el Sr. Hilsenrath existe de verdad o es sólo una ficción.

Pero lo único que veo del Sr. Hilsenrath es su boina, y la oreja izquierda, y un trozo de cuello, y algunos pelos blancos.

Luego, antes de acabar, tendré la oportunidad de ver también sus ojos, esos ojos, como de gallina, los ojos de una persona que ya ha visto demasiado.

De momento, oigo su voz, una voz vieja y cansada, siempre irónica, e incluso con ese punto de ternura que producen los viejos.

El Sr. Hilsenrath empieza a hablar en alemán y dice: Publico mi obra en España para que se conozca mi historia y para que se sepa que no todo es bonito, o algo así, no lo pillo bien, y después de esas dos frases, concluye: No tengo nada más que decir.

Todos nos reímos y surgen las pimeras preguntas: él responde a todas con dos frases, sólo dos frases, y casi siempre incluye un chiste.
  • Cuenta que le han acusado de antisemita y de pornógrafo porque en sus libros hay mucho humor y mucho sexo, aunque hablen del Holocausto.

  • Cree que es un tontería esa frase tan famosa de Adorno, según la cual, después del Holocausto ya no se podía escribir poesía.

  • Piensa que Primo Levi no hacía literatura, que lo suyo era más bien un testimonio, o un documento, y que Imre Kertész no se merece el Nobel que le dieron.

  • No le gustó La vida es bella, prefiere El último tren.

  • Dice que sí, que escribir en lengua alemana es incompatible con tener sentido del humor, pero que él es la excepción.

  • Recuerda que durante años fue pobre y trabajó de camarero, después vendió sus libros y ahora tiene ingresos.

  • Comenta que vive en Berlín, en el barrio de Steglitz, con su segunda mujer, porque la primera murió hace seis años, pero que ya no folla porque esta muy viejo.

  • Prefería Berlín cuando había un muro en medio.

  • Echa de menos ciertas libertades de Estados Unidos, después de vivir más de 20 años allí, como las tiendas que no cierran nunca.

  • Aclara que tiene una novela que no trata sobre el Holocausto, se llama El orgasmo de Moscú, y sí, claro, habla de sexo.

  • Se define como ateo, judío y sionista.
Alguien le pregunta por los palestinos y él contesta que ellos también tienen derecho a vivir, pero que es un problema de seguridad, no de racismo, y que no hay solución. Si les dejan entrar en Israel, nos quedamos sin país, viene a decir (lo siento, no tengo la transcripción exacta, para evitar dudas, aquí está la versión de Europa Press).

Responde tan seco y tan lacónico como siempre, pero esta vez no hay chiste.

¿Sin solución?

¿Así de fácil?

¿En qué posición nos coloca eso?

Y sobre todo, ¿en qué posición coloca a los palestinos?

¿Y?

¿Y?

¿Y?

¿Cuál es el siguiente paso?

Podría decir que al oír esta respuesta he sentido un escalofrío.

Mentiría.

Sólo me he sentido incómodo.

Muy, muy incómodo.

Más que eso incluso.

Y juraría que también muchos de los allí presentes.

Se ha hecho esa clase de silencio.

No sigo para no establecer comparaciones que no tienen sentido, ni sonar oportunista ni maniqueo ni nada de eso.

Fuck America, en cualquier caso, es una estupenda novela.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Me da mucha envidia Sr. Vilá.

Es una gran suerte el poder tener la oportunidad de conocer gente que debe saber y transmitir tanto y que encima produce ternura.

No tiene precio.

Gracias por su madrugadora entrada.

Maria Solis dijo...

¡Qué horror de lista de etiquetas!

demasiadas, se ven feas, muy feas. Son demasiadas: ¡agrupalas en 10! cuando mucho.

Juan Vilá dijo...

María Solis, sí, son muchas las etiquetas, es casi, casi, un año: muchas lecturas, muchas horas, muchos trocitos de vida... Entiendo que, así de golpe, se te atraganten.

A mí me pasa lo mismo.

Pero es que ahora no puedo agruparlas: me voy a poner a ver el último episodio de 'Black Books'.

Y luego seguramente llore.

Puede incluso que te lo cuente mañana...

Felices sueños, María Solis, y Ursulita, sobre todo Ursulita, y todos los demás.

Madison dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Madison dijo...

He suprimido la respuesta anterior, porque estoy medio dormida y me había dejado letras por el camino.
En definitiva te felicitaba por tu blog y esta magnífica entrada, sigo leyendo.
Buen domingo

Anónimo dijo...

Estoy con anónimo, gracias por su madrugadora entrada y desde luego, en mi humilde oponión, paladear el último episodio de 'Black Books', abrirnos a nuevos horizontes y caminos en estos mundos de papel, de personajes tan dispares, conducirnos y enseñarnos pedacitos de su vida, dedicarnos su tiempo con amor y dolor no tiene precio.
¡Viva el "horror de su lista de etiquetas"!

Y personalmente se lo agradezco en el alma. Los días son cortos y usted los exprime al máximo. Y se nos entrega en cada entrada, que por cierto estan bien claritas ordenadas a nuestra derecha...

Siga y siga por favor...las etiquetas que las pongan y ordenen otros,yo quiero leerle cada día y seguir sorprendiéndome y disfrutando con usted...
Mil gracias por ello.