martes, 29 de diciembre de 2009
Tengo armas en mi cerebro (sobre 'Autorretrato', de Édouard Levé)
Leo Autorretrato, de Édouard Levé, traducido por Julia Osuna Aguilar y editado por 451 Editores.
Autorretrato es una variación de Me acuerdo, el libro en el que el pintor Joe Brainard iba diciendo todo el rato me acuerdo de esto y me acuerdo de aquello y me acuerdo de lo de más allá, y así te contaba su vida.
Pero Autorretrato es mejor.
Levé no dice todo el rato me acuerdo.
Y quizá por eso él sí que resulta hipnótico.
Levé escribe un largo, larguísimo párrafo de más de cien páginas, empalmando unas frases con otras, habla de sus amores, sus viajes, sus recuerdos, sus gustos, sus costumbres, sus manías, lo que ha visto o vivido, las personas con las que se ha cruzado...
Levé, a veces, resulta tan trivial que hasta te sonroja. Puede pasarse páginas y páginas diciendo no sé qué de los Levi´s 501, o que se corta el pelo a sí mismo, o sus dificultades para mear en un urinario público cuando hay alguien delante. Pero luego te suelta una de esas confesiones que te hiela sangre.
Sí, te hiela la sangre.
Y lo hace como si nada.
Levé es un exhibicionista, claro.
Y Levé, como todos los exhibicionistas, está desesperado.
Levé se mira a sí mismo, se analiza, se abre en canal, intenta comprenderse.
Lo que pasa es que Levé lo hace en público, se muestra, se expone, se acaba convirtiendo en libro.
Levé también acabó suicidándose dos años después de publicar Autorretrato, y leyéndolo, lo entiendes, pobre, se veía venir, te dices, como una abuela.
Levé escribe: "No me sé los nombres de las estrellas. A menudo me propongo memorizar textos largos para entrenar la memoria. Contemplo los seres fantásticos de las nubes. No he visto ni un géiser, ni un atolón ni una fosa submarina. No he estado en la cárcel. Me gustan las luces tamizadas".
Y de repente suelta algo tan bonito como "Tengo armas en mi cerebro". O "En la playa las chicas suscitan en mí menos deseo que en una biblioteca. Me gustan los museos, sobre todo porque me agotan. No hago predicciones". O "Puede que escriba este libro para no tener que volver a hablar". O "No explico. No justifico. Voy rápido". O "Prefiero acostarme a levantarme, pero prefiero vivir a morir".
Y así muchas, muchísimas otras cosas.
Levé hace una especie de Canto a mí mismo, pero sin ese entusiasmo agotador y tan yanqui de Walt Whitman.
Todo lo contrario.
Lo de Levé se parece más a esas larguísimas listas que escribía Scott Fitzgerald en sus noches de insomnio, cuando ya lo había perdido todo y necesitaba algo, lo que fuera, que atrapar.
O a lo que agarrarse.
Levé dice: "Toda la música de Daniel Darc, de Durutti Column, de Portishead, de los Doors y de Dominique A va conmigo".
Yo me quedo con Portishead, aunque últimamente, cada vez que sale una canción suya en el aleatorio del ipod, procuro evitarla y salto a la siguiente:
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2 comentarios:
Portishead, grandiosos, la pena es que "les falla la producción"...
Yo también les evito... a veces...
Ay¡ Vilá, ¿ahora Levé o más adelante?
Como siempre, lo que usted diga...
Besos y descanse, por favor.
Querido Juan,
Termina el año y te tengo que dar las gracias por este blog. Para mí ha sido un descubrimiento acojonante, una visita obligada todos los días, lo primero que hago cuando enciendo el ordenador en el despacho.
También ha sido un privilegio volver a encontrarme contigo después de unos años de dispersión.
Cuídate mucho y sigue dándonos en 2010 nuestra pequeña dosis diaria de criterio.
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