martes, 15 de diciembre de 2009

Mi nombre es nadie (Berlusconi sangrante, Ulises, el cíclope y la necesidad de leer la 'Odisea')


Contaba el domingo Miguel Mora en El País que Massimo Tartaglia al ser detenido por estamparle un souvenir a Silvio Berlusconi en la cara había declarado: "Yo no soy nadie".

Berlusconi sangraba con no sé cuántos dientes rotos, y la nariz, se tambaleaba aturdido en brazos de sus guardaespaldas, hacía el amago de plantar cara a todavía no se sabía qué o quién (porque Berlusconi, él mismo lo ha dicho, tiene un par de cojones), se mostraba vulnerable y herido, anciano a pesar de sus implantes de pelo, y todo su maquillaje, y todos sus liftings, y todas sus velinas, y toda su fortuna.

Berlusconi sangraba y su agresor decía ser nadie.

Al final, todas las historias se acaban pareciendo a otra.

Lo que se agradece porque si no, no habría forma de vivir ni de defenderse, y tampoco las historias servirían de nada.

La agresión a Berlusconi se parece a ese episodio de la Odisea: el de Ulises y el cíclope Polifemo.

Un cíclope es un gigante con un solo ojo y muy mala leche, un caníbal, un salvaje.

Homero, al describirlos, insiste en una idea: no respetan ninguna ley.

Los cíclopes, como Berlusconi, hacen siempre lo que les sale de los huevos.

Tradicionalmente, por esa ausencia de leyes, a los cíclopes se les ha considerado representantes de la prehistoria.

Pero bien podrían serlo del capitalismo.

Sobre todo, de sus variantes más abiertamente mafiosas, como la italiana o la rusa.

Berlusconi actúa como un cíclope y Ulises, al ser preguntado por su nombre, responde como Massimo Tartaglia: mi nombre es nadie.

Luego Ulises emborracha a Polifemo, endurece un tronco de olivo en las brasas y ciega al monstruo cabrón que se lo quiere comer a él y a todos sus hombres.

Ulises logra escapar, pero cuando ya está en el barco y se siente a salvo, comete el peor de los errores posibles: en un arrebato de chulería revela a Polifemo su verdadera identidad.

El cíclope acude a su padre, el dios Poseidón y le dice lo que tiene que hacer con ese mortal que se ha atrevido a dañarle. Corto y pego de la traducción de José Manuel Pabón para la editorial Gredos:
Haz, te ruego, que Ulises, aquel destructor de ciudades
que nació de Laertes y en Ítaca tiene sus casas,
no retorne al hogar; y si está decretado que un día
vuelva a ver a los suyos, su buena mansión y su patria,
que sea tarde, en desdicha, con muerte de todos sus hombres,
sobre nave extrajera; y encuentre allí nuevos males.
Y, en efecto, así ocurre: Ulises salva el pellejo pero también se busca la ruina y un viaje que tardará diez años en llevarle junto a su mujer, su hijo y su perro.

Justo el viaje que Homero, o quien sea, cuenta en la Odisea.

Y si no has leído la Odisea, es como si no has leído la Biblia: nunca deberían haberte dejado salir del colegio, suponiendo que los colegios de verdad sirvieran para algo.

Massimo Tartaglia, en cambio, lo tiene más jodido que Ulises.

Para empezar ya ha pedido perdón por carta a Berlusconi.

Y no es ningún héroe, ni siquiera un héroe tan ambiguo y tramposo como Ulises.

Massimo Tartaglia es solo un loco.

¿Y Berlusconi?

Berlusconi, como siempre, sale ganando, y se va aprovechar de esta agresión como se aprovecha de todo.

Berlusconi, convertido ya en víctima, lo tiene muy claro, como demuestran sus primeras declaraciones en el hospital: "ha sido un milagro, porque un centímetro más y hubiera perdido el ojo".

Y tiene razón porque Berlusconi con un solo ojo sería el cíclope perfecto, la gran bestia, y ya sí que no podría engañar a nadie.

4 comentarios:

Amonimo dijo...

Buenos dias,

Inteligente analogia entre el caso Berlusconi-Tartaglia y el episodio homerico. Me ha gustado horrores

Saludos

DON ZANA dijo...

Grande como siempre, Sr. Vilá.

A mí me echaron del colegio en tres ocasiones (por faltas que obviamente no había cometido) y a mis padres les costó horrores convencer a la directora para que me volviese a admitir las tres veces. Presentamos excusas francamente elaboradas (certificados de otros colegios diciendo que ya era tarde para inscribirme, etc...) y ahora descubro que habría sido mucho más fácil decir simplemente que todavía no había leído la Odisea.

Leí la Odisea con el servicio militar cumplido (o sea, hecho un hombre) y estoy de acuerdo con usted. No sé cómo me dejaron salir del colegio... Y si la hubiera leído en el colegio... no me habrían dejado entrar en el ejército (ya se lo pensaron mucho cuando vieron que sabía leer "de corrido").

Cuídese y no nos abandone.

Iker Sesma dijo...

Hola, soy un jovencísimo escritor universitario que está creando en su blog un "Diario de un universitario". En el que va e irá contando todo cómo se vive la vida universitaria desde el punto de vista del estudiante. El blog es: http://diariodeununiversitario.wordpress.com/ y si tienes algún ratillo, le agradecería que se pasara para que lo vieses, a ver qué te parece. Muchas gracias.

Anónimo dijo...

Hola, yo, en cambio, soy un viejisimo escritor jubilado al que le estan enseñando el uso de internet en unos cursillos muy majos del inserso. ¡Seguid cotizando, por Dios! Si teneis un ratillo pasaros por la farmacia y traedme Hemoal. Muchas Gracias.