domingo, 20 de septiembre de 2009

Nueva crónica del malestar generacional (sobre 'La paz social', de Antonio Doñate)


Leo La paz social.

La paz social es la primera novela publicada por Antonio Doñate, licenciado en Bellas Artes y diseñador gráfico nacido en 1969.

Edita Caballo de Troya.

Lo primero que hay es una voz que habla, una mujer que dice "soy 5.000 horas de gimnasio mental".

Habla y habla sobre sí misma, o teoriza sobre cualquier cosa, con un discurso muy culto, muy guay, muy elaborado, pedante, profundamente pedante, posmoderno pero no en el sentido petardo, posmoderno en sentido académico: intoxicado por los rizomas de Deleuze o la referencialidad de Derrida.

Irrita, aunque sólo hasta cierto punto.

Irrita el personaje.

El libro, no.

Sigues y sigues leyendo: hay algo debajo de todas esas palabras.

¿De verdad la tipa que habla se está mirando el ombligo o, en realidad, está haciendo justo lo contrario e intenta por todos los medios esconder su desesperación?

¿O se mira el ombligo para no ver el resto?

¿Funcionaba así el narcisismo?

Quizá.

Ella está gorda, jodida y frustrada. El tiempo pasa y ya no es una niña.

Tiene miedo, aunque eso no resulta sofisticado y no va a reconocerlo.

Está cagada de miedo.

Y es egoísta.

Y encima está aburriendo mortalmente al tipo con el que quiere ligar, le está tocando los cojones (en el mal sentido), igual, igual que al lector.

Bienvenidos al mundo real y bienvenidos a La paz social.

Luego hay más historias, más voces que van surgiendo en la novela.

¿Novela?

Sí, novela, construida a partir de diez relatos con distintos personajes y ninguna vinculación aparente.

Lo que les une es el malestar y ese discurso ensimismado de casi todos ellos, que hablan y hablan, siguen hablando todo el rato hasta componer una especie de retrato generacional.

Treintañeros que intentan mantener las amistades del pasado mientras otros hacen todo lo posible por olvidarlas, relaciones que acaban y parejas que no son tan cínicas ni tan frías como ellas mismas creen, encuentros casuales, o en apariencia casuales, y padres que hablan con una sinceridad brutal de la muerte de sus hijos.

Todos perdidos, todos desengañados, todos quejicas, todos tan desesperados, tan acojonados y tan narcisistas como la protagonista de la primera historia.

O sea, retrato generacional, sí, pero sin la menor autocomplacencia y sin ninguna épica.

Al revés: La paz social resulta real, puede que hasta demasiado real, y con una profundidad psicológica capaz de manejar infinidad de matices y que tiene muy claro eso que dice uno de los personajes: "nunca se siente una sola cosa al mismo tiempo".

Puede incluso que el lector, a ratos, tenga la impresión de que Doñate le da a todo ese barniz intelectual para distanciarle de lo que cuenta, o anestesiarle un poco, porque si no, resultaría insoportable.

Puede.

Aún así, mejor no confiarse: La paz social es un libro incómodo, de los que hurgan en muchos de esos sitios que se suelen evitar.

Incómodo y necesario: habrá a quien le escueza, a quien le duela o a quien le deje noqueado, lo que parece más difícil es que alguien salga indemne de él.

Pero es que uno no lee para seguir siendo el mismo gilipollas.

Uno siempre aspira a convertirse en otro.

Aunque sólo sea en otra clase de gilipollas.

5 comentarios:

DON ZANA dijo...

Sr. Vilá,

Vuelvo por su blog después de un par de semanas desconectado (mi casero me ha cortado el adsl por motivos que algún día le contaré) y compruebo con júbilo que sigue usted ahí. Y que además ha recuperado su ritmo habitual de entradas. Gracias.

En cuanto a la entrada de hoy, no sé si leeré "la paz social", pero me quedo con su reflexión final. Magnífica.

Bri Bond dijo...

Las dos últimas frases son el mejor resumen de mi trayectoria vital. Me han hecho removerme incómodo en la silla. Removerse incómodo en la silla no es malo. Es un efecto secundario de la lucidez temporal. ¿Debería leerme este libro? ¿Quiero removerme en mi silla? ¿He agotado ya el recorrido de este gilipollas? ¿Qué sorpresas me deparará el próximo en el que pronto me convertiré? ¿Conseguirán las lecturas de hoy mejorar al Nuevo Gilipollas de mañana? y, ¿si es así, de qué clase querría ser? Me duele el culo de removerme. Voy a leer el marca un rato.

Anónimo dijo...

vaya, comentar aquí es reconocer tácitamente la vanidad de haber buscado mi nombre junto al del libro en el google. salvo eso y te dijo que gracias por la atención, ese tipo de atención especial que uno siempre desea

antonio doñate

Juan Vilá dijo...

Gracias a ti, Antonio,

Toda una sorpresa 'La paz social'.

Necesario, insisto en ello, un libro necesario.

Bri Bond, si de verdad quieres removerte en la silla, léelo.

Lo que no puedo garantizarte es cómo será el próximo gilipollas.

Eso nunca se puede.

Don Zana, no sé por qué, sus comentarios siempre me alegran el día.

Especialmente los de los lunes.

Anónimo dijo...

claro que todos nos removemos con el último comentario, claro que somos una panda de gilipollas, tampoco es malo en téminos absolutos, sino una consecuencia de haber nacido en el aquí y ahora que lo hemos hecho. Y si no, a correr como en "the road".
Gracias por recomendar un libro tan sugerente como la "paz social". ¿Para qué leer si lo que lees no te remueve un poco? Eso sí que sería de gilipollas integral