martes, 21 de abril de 2009

Más sangre y más sexo (sobre J. G. Ballard)


(Atención: lo que hoy se cuenta aquí es cierto, como siempre. No es coña. Ni nos lo hemos inventado. Sólo evitamos, eso sí, los detalles más desagradables de los DVD que sirven de apoyo al libro de Ballard. No queremos herir a nuestros "sensibles" lectores.)

"El mundo empezaba a florecer en heridas", escribe J. G. Ballard en Crash, una de sus novelas más famosas.

Y en efecto, a nosotros, ayer por la noche, nos ocurrió eso: nos brotaron las heridas, los cortes, los bisturíes, las incisiones y los úteros extraídos a mujeres de mediana edad por cirujanos gordos y sudados.

Alguien había dejado encima de una papelera una colección de DVD con títulos como: Histerectomía vaginal, Histerectomía abdominal o Banda suburetral para la técnica transobturadora. Procedimiento quirúrgico.

Había también un catálogo de relojes y una novela, sí, novela, sobre esa marca de pelucos, escrita por una tal Estelle Fallet. Empieza así:
"En la línea del TGV Mediterranée, mientras la máquina me transporta sin tropiezos hacia nuevos paisajes, consulto mi reloj".
La basura, los quirófanos, los vientres abiertos, la carne que sangra, las vaginas a través de las cuales salen trozos no de otra vida o de algún amante sino de ese mismo cuerpo, el consumismo, la maquinaria de precisión suiza...

Todo parecía hecho a propósito: alguien, seguramente sin saberlo, había erigido un monumento a J. G. Ballard a las pocas horas de su muerte.

Porque J. G. Ballard se murió el domingo y porque J. G. Ballard escribía justo de eso.

Nosotros lo leímos hace muchos años, nos gustó, incluso nos entusiasmó, y guardamos un buen recuerdo, pero es cómo si prefiriésemos conservarlo ahí, en segundo plano, encerradito en la memoria y no volver demasiado a él.

En realidad, ni siquiera nos apetecía escribir esta entrada.

¿Pereza? No hacia Ballard. Más bien pereza hacia nuestro pasado o una parte de él.

Pero no importamos nosotros. Hoy, no. Importa Ballard y hay que leerlo, con todos sus excesos.

De él suelen decir que escribía ciencia ficción. Pero no, Ballard escribía de ti y de mí, de las obsesiones contemporáneas y de sus peligros.

Te vamos a contar, por ejemplo, la ya mencionada Crash (ojo, somos muy poco rigurosos, hablamos de memoria, sólo hojeando el libro y leyendo algún que otro subrayado, puede que digamos alguna tontería...).

Un tío se estrella con su coche y a raíz de eso, descubre una extraña comunidad que se dedica a provocar accidentes porque es así como se ponen cachondos. Les molan los motores a punto de incendiarse, los neumáticos reventados, las abolladuras, los chasis convertidos en chatarra, los cristales rotos... Y el efecto de todo eso sobre su cuerpo y el de sus compañeros de perversiones: cortes, fracturas, mutilaciones, prótesis. Y por supuesto, la muerte.

Aprovechan los accidentes propios o ajenos para follar, masturbarse o, bueno, hacer lo que se puede porque cuando tienes las dos piernas rotas y el volante clavado en el pecho, tampoco te quedan demasiadas opciones.

Su icono, su gran fantasía, es el cadáver decapitado de Jane Mansfield en su Cadillac rosa.

Un libro retorcido y guarro. Muy guarro. Aunque quizá no tan retorcido. O acertadamente retorcido. Cuestión de lecturas.

Ballard presume en el prólogo de haber escrito "la primera novela pornográfica basada en la tecnología".

Pero reconoce que va mucho más allá. Obsesiones contemporáneas, decíamos antes, de eso habla Ballard: de los coches, de la velocidad, de la tecnología, de la ciencia, del consumo, de la publicidad, de la pornografía, del voyeurismo, de la enfermedad en todas sus variantes, de la fascinación por la muerte y por el accidente...

Nihilismo, otra vez la palabreja, pero ya no como una cuestión sentimental, o existencial, y de barra de bar. Nihilismo, esta vez, industrializado e implantado a escala planetaria.

Ya, volvemos a liarnos, lo dejamos, sólo dos apuntes más:

1. David Cronenberg adaptó Crash al cine. Era una película muy fría. James Spader y Deborah Unger salían muy guapos. Hacían una buena pareja. Nos gustó. Pero creo que fuimos los únicos. Nadie debió entender nada. Todos se decojonaban en el cine.

2. A nosotros, desde que la leímos Crash, nos ha quedado una pequeña perversión. Nos gustaría tener una casa desde la que se viera una autopista. A ser posible, la M3o. Incluso ahora, cada vez que cruzamos uno de los puentes que hay sobre ella, no podemos evitar sentir un cosquilleo. Pero sólo eso, un cosquilleo.

(Y gracias a Don Zana por su nuevo mensaje, ya se le echaba de menos. A ver si pronto podemos hacer algo para mitigar su soledad.)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

yo tuve una casa que daba a la M30. Algunas veces me parecía estar escuchando el sonido del mar.

Juan Vilá dijo...

¿Y qué tal fué la experiencia, Anónimo?

¿Algo más que contar al respecto?

¿Te ayuda eso a entender a Ballard o te parece una rayada?

C.Pace dijo...

Me pongo a curiosear sobre J.G. Ballard en internet y me quedo aún más desconcertado. ¿Como podemos encajar a la vez en una misma biografía y en dos frases Spielberg,Cachuli,Trebujena(Cádiz), American Psycho, Marbella, Futurismo, Shangai, Cocaina? Resulta que "El imperio del sol" es una obra autobiográfica de nuestro amigo Ballard que acaba siendo adaptada al cine por Spielberg ¿Quién no piensa en Spielberg cuando va a adaptar a Ballard? Cosas de Hollywood. La protagoniza Christian Bale y se rueda en Trebujena ¿Quién no piensa en Trebujena cuando piensa en Shangai? Cosas de Hollywood. Cuando años mas tarde adaptan "American Psycho" eligen a Christian Bale, uno se cree que Ballard adulto acabe como Bateman puede pero elegir al adorable niño Bale de diez años transformado en psicopata son cosas de Hollywood.La siguiente es dos lineas despues cuando leo que su novela negra futurista "Noches de cocaína" esta ambientada en los años que, rodando el tiempo, resultaron ser los de Cachuli y que transcurre en Marbella, Torremolinos y toda la costa del sol. Corrupción, máfia, paraísos del futuro, complejos urbanísticos de lujo para la clase alta. Me acojono y pienso en Spielberg rodando en Trebujena una adaptación de "Noches de cocaina" con Christian Bale en el papel de Cachuli en una paraíso futurista rollo Mijas Playa. Y claro cierro el firefox y dejo de curiosear donde no me llaman. J.G.Ballard es demasiado extraño y me asusta conocer más.
Somos pocos pero fieles, pronto seremos legión Vilá.

Juan Vilá dijo...

Acojonante, C.Pace, y mira que yo tenía dudas sobre la entrada de ayer.

Pero tu comentario me las despeja completamente.

Mil gracias.

Sólo una pregunta, ¿a quién ponemos para que haga de la Pantoja?, ¿y de Maite Zaldivar?

Uf, mejor ni pensarlo, eso sería llegar muy lejos... Pobrecito, Ballard, dejémosle descansar en paz.

Anónimo dijo...

Uff, había escrito aquí pero veo que no tengo ni idea de añadir comentarios en un blog. Ya se me ha olvidado lo que escribí pero, como no me atrae nada Ballard (desconocido para mí, por cierto), voy a "husmear" en otros sitios, ma