martes, 20 de octubre de 2009

Héroes contemporáneos (Getafe Negro, 'The Wire', Enric González y una primera aproximación a 'Nocilla Lab', de Agustín Fernández Mallo)



Había decidido declararme anti.

Antiliteratura espectáculo.

AntiHay Festival.

AntiGetafe negro.

Antinovela multimedia.

Y defender el libro.

Un hombre y un libro.

O una mujer y un libro.

En formato analógico (papel) o digital, eso no importa.

Reivindicar la lectura como acto íntimo, creo que ya lo he dicho: en silencio o con música de fondo, tirado en el sofá o en el metro rodeado de extraños, incluso mientras andas por la calle o mientras cocinas.

Incluso si es para comentarlo luego en un blog.

Pero íntimo, intimísimo, casi una comunión (perdón por la cursilería) entre el hombre y el libro.

Sólo eso.

Porque si no, parece que el libro no basta.

Como si la literatura necesitara muletas.

O como si quisiéramos convertirla en otra cosa: un espectáculo (más aún, quiero decir, que es lo que jode), un circo, un castillo de fuegos artificiales.

Y de fondo, detrás de todo ello: una mayor mercantilización.

Más negocio, más muertos.

Y menos tiempo para leer.

Me iba a convertir en muy, muy purista, un talibán del tema.

Y sin embargo, me llega un mail de Getafe Negro, el Festival de Novela Negra de Madrid, y creo que voy a ir.

Mañana a las 12.00 van a hablar de The Wire.

The Wire es la tercera mejor serie de televisión de la historia.

La mejor son Los Soprano.

La segunda mejor es A dos metros bajo tierra.

Yo aún no he conseguido ver entera The Wire.

En España sólo hay dos temporadas en DVD.

La serie en total son cinco.

El último episodio se emitió en Estados Unidos en marzo de 2008.

Pero aquí ni siquiera puedes comprar la tercera temporada, emitida en 2004.

En Internet, sí, ahí tienes toda la serie para que te la bajes gratis y la disfrutes.

¿En qué coño piensan los de Warner, sus distribuidores en España?

El caso es que mañana hay en Getafe una mesa redonda para hablar de The Wire.

Entre otros, estará Enric González.

De Enric González no diré nada porque últimamente en este blog parece que todo es peloteo.

Sólo una cosa: yo es de los pocos que leo todos los días.

Si no leo su columnita (como la llama él) en El País, no me quedo tranquilo.

En Getafe también estarán Pablo Herraiz, Antonio Onetti y David Barba como moderador.

The Wire es una serie de policías.

Policías hiperrealistas que, en cada temporada, intentan resolver un caso en la ciudad de Baltimoore.

Son tipos duros que tienen que enfrentarse a toda clase de dificultades.

En ese sentido, recuerda un poco a James Ellroy por la forma en que describe, sin ningún adorno, las luchas internas, las ambiciones de los polis, sus corruptelas, los politiqueos del sistema yanqui o cómo algunos esperan tocándose los huevos la ansiada pensión.

Parecen de carne y hueso.

Pero, poco a poco, sobre todo en la primera temporada, van a adquirir un rollo épico.

O casi, una épica contemporánea y posibilista que podríamos resumir en hacer lo que se tiene que hacer y a pesar de ello, seguir vivo.

The Wire es una serie de tramas curradísimas e impecables, tanto que cuesta entrar y es fácil perderse, pero siguiéndolas puedes hacerte una idea bastante exacta de cómo funciona el mundo.

Y con una galería de personajes impresionante: el listillo tocahuevos y trepa que lo pone todo patas arriba (a las tías, además, les encanta), el brillantísimo detective que lleva años castigado en un despacho haciendo casas de muñecas porque llegó demasiado lejos en una investigación, el negro incorruptible y de perfil casi africano al que todos obedecen (un anticipo de lo que años después iba a ser la imagen pública de Obama), la lesbiana que se enfrenta a la maternidad de su novia y a las exigencias de ésta para que deje las calles y el peligro atrás, el mafioso que ha salido del gueto y ahora estudia un máster en administración de empresas para convertirse en el más poderoso y el peor...

... Y Little Omar, una especia de Lisbeth Salander, por justiciero, por inteligente y por bestia, pero en negro y en marica. Tiene además el trabajo más peligroso del mundo: robar a los narcotraficantes para quedarse todas las drogas y luego venderlas por ahí. O sea, es el enemigo tanto de los polis como de los mafiosos, pero con un sentido del honor y de la lealtad que ha conseguido, por ejemplo, que Obama se una a su ejército de fans y no al del ya mencionado y linkeado coronel que parece un clon suyo.

The Wire hay que verla.

Y escucharla.

Los episodios empiezan todos con el Down in the Hole, de Tom Waits, aunque cada temporada en una versión distinta (la que he colgado arriba es la de la segunda, la original).

A mí, cuando escucho la cancioncilla, me pasa como con el arranque de Los Soprano: se me mueve todo por dentro. Babeo, me pongo cachondo, se me dilatan las pupilas y sí, también, debo reconocerlo: me entran ganas de llorar.

Me gustaría ir mañana a Getafe.

Sería bonito.

Puede que hasta lo haga.

Aunque cada vez me cuesta más cumplir mis planes.

Hoy, por ejemplo, iba a escribir de Nocilla Lab, el final de la trilogía Nocilla, de Agustín Fernández Mallo.

Prometo hacerlo mañana o pasado o cuando tenga un segundo.

De momento, corto y pego lo que ya he dicho en otro sitio:
La apoteosis de la Nocilla. Nocilla Lab se convierte en la más evocadora de las tres, la más extraña, la más poética y la que tiene una mayor fuerza para arrastrar al lector hacia ese universo único y personalísimo que Fernández Mallo ha sabido crear y con el que se ha convertido en el abanderado de una nueva forma de hacer literatura en España.
Y añado: corred y leedla, es buenísima, una pasada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Habla una fan de The wire, de MacNulty y de Enric González, aunque no podemos estar de acuerdo en todo, yo prefiero la versión de la cuarta temporada, la que cantan los chavales.
Para los que quieran ver esta pedazo de serie y ya que en este blog se fomenta el pirateo más descarado (hablo de los libros electrónicos), os paso una web bastante interesantona
http://www.seriesyonkis.com
suerte en Getafe, ya nos contarás

aca dijo...

ójala vayas, muy buenos motivos son si te remueve tanto, disfrútala y don´t think twice, como diría el amigo Dylan...