jueves, 29 de octubre de 2009

Bienvenidos al matadero (más sobre el libro electrónico y algo sobre 'Matadero cinco', de Kurt Vonnegut)



Atentos todos: hoy también vamos a jugar a Nostradamus.

La profecía dice: gracias al libro electrónico se va a leer mucho más a los autores clásicos o de culto.

Al menos, en un primer momento.

Lo digo yo y lo dice cualquiera.

Por un lado están todos aquellos libros escritos hace más de ¿setenta años?, ¿quizá cien?, ¿se empieza a contar desde la fecha de publicación o desde la muerte del autor?

No conozco bien el tema. Me refiero a las obras que ya se consideran de dominio público y te las puedes bajar gratis de Internet y sin sufrir ningún tipo de remordimiento de conciencia.

Y luego están todos esos libros que siempre has querido leer y que un buen día te los vas a encontrar curioseando por ahí, te los vas a bajar gratis, aunque quizá con algún remordimiento de conciencia, te vas a poner a leerlos y vas a decir: joder, qué bueno es esto, cómo he podido vivir tantos años en la ignorancia.

De hecho, ahora mismo, casi todo lo que encuentras en el maravilloso mundo de los libros pirateados son o los últimos pelotazos (Larsson, Stephenie Meyer, Falcones...) o libros muy, muy buenos, escaneados o digitalizado por cualquier otro medio gracias a algún friqui hiperfanático del autor o la obra en cuestión.

A mí es lo que me ha pasado con Kurt Vonnegut. Toda la vida había querido leerle, ahora me he cruzado con él en una lista de obras pirateadas, me lo he descargado entero y me he enamorado.

Vonnegut es un americano que murió en 2007, ya viejecillo, un pirado del que se suele decir que escribía ciencia ficción.

Pero ciencia ficción de la buena.

O sea, de la que, en realidad, nos habla de nosotros mismos y de nuestro tiempo.

Vonnegut era además muy rojo y hay quien considera que uno de sus libros, Matadero cinco, es una de las mejores novelas yanquis del siglo XX.

Por supuesto, hay también quien le considera un gilipollas.

Y quien se dedica a censurarle: según la Asociación de Bibliotecas Americanas, Matadero cinco (lo leo en wikipedia) fue una de las obras más prohibidas o vetadas o como quieras llamarlo durante la pasada década.

Suele decirse que Matadero cinco es una novela antibelicista que trata sobre el bombardeo de Dresde, según Vonnegut, uno de los peores de la historia, peor incluso que Hirsoshima y que dejó más de 100.000 muertos.

Él estaba allí, como prisionero de guerra, cuando ocurrió.

Vio la ciudad antes, llena de vida y lejos del frente, y la vio después, tan desolada que parecía la superficie lunar.

Pero no, Matadero cinco es mejor que eso: es una novela sobre la imposibilidad de escribir.

Imposibilidad de escribir acerca de semejante carnicería.

Imposibilidad de escribir sin banalizar la muerte, el horror y la destrucción.

En un momento dado, un personaje le dice al narrador: no quiero que escribas ese libro, no quiero que el día de mañana hagan una película protagonizada por John Wayne y Frank Sinatra, la guerra no la hicieron ellos, la guerra la hacen siempre los niños, chavalines aún adolescentes en manos de grandes intereses económicos.

El subtítulo de Matadero cinco es La cruzada de los niños.

Y ante esa incapacidad para escribir, o para abordar el tema, después de intentarlo durante años y años, de obsesionarse con ello, y de considerar que se le estaba escapando la que debía ser la obra de su vida, Vonnegut no empieza a mirarse el ombligo. No se pone en plan llorica. No lo llena todo de citas muy, muy cultas, y vacías. Vonnegut no se mete en uno de esos ejercicios de metaliteratura tostón.

No.

Vonnegut hace justo lo que hacían antes los escritores: imagina.

Matadero cinco es un prodigio de la imaginación, un milagro, un disparate, ya lo dijimos el otro día.

Frente a la impotencia, lo llenamos todo de imposibles: de viajes en el tiempo, hacia delante y hacia atrás, de extraterrestres, de crucifijos que representan toda la obsesión por la crueldad de nuestra cultura y sí, de soldados niños que se creen muy valientes pero cuya vida no vale un duro. O de oficiales ingleses capaces de organizar una fiesta en pleno campo de concentración alemán. O de americanos bobos que no están a la altura de las circunstancias.

Y, más allá de la guerra y la crueldad, está el horror ante la muerte, en general, y ante el paso del tiempo, con una escena sacada de una novela de Céline, en la que el protagonista, enloquecido, intenta parar a la gente que va andando por la calle, como si así pudiera detener el tiempo y con ello, evitar su muerte, la muerte de todos, incluidos nosotros.

Matadero cinco está lleno de humor. De humor y de rabia, de asco y de desprecio hacia quienes organizan las guerras. E incluye una de las escenas más conmovedoras que he leído en mucho tiempo: la de un bombardero contado al revés, hacia atrás, desde el fuego y la destrucción hasta el origen de la humanidad.

Y al final, sí, hicieron la película de Matadero cinco, pero no salían ni John Wayne ni Frank Sinatra.

La puedes ver en YouTube.

O puedes ver alguno de los muchos trailer falsos que hay de la película, como el que hoy encabeza esta entrada.

En realidad está hecho con imágenes (creo) de El club de la lucha, Encuentros en la tercera fase y La lista de Schindler.

Da igual, representa perfectamente lo que es la obra.

Matadero cinco ha sido también la primera novela que leído con el Sony Reader.

Hasta ahora había leído relatos, capítulos sueltos de algún ensayo, poemas, etc.

¿Y?

Perfecto.

Cada día me gusta más ese aparatejo.

Además, cuando pillas un libro bien formateado (RTF o ePub), va rapidísimo.

Pero lo de los formatos de libros electrónicos es todo un mundo.

Otro día hablamos de eso.

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