domingo, 14 de febrero de 2010

Amor y necrofilia en San Valentín (con un fragmento de 'La piel afilada', de Josan Hatero)


¿Cómo no escribir hoy?

Ni siquiera hay que pensar el tema.

Y es facilísimo dárselas de guay.

Tenía (tengo) varias opciones.

Un fragmento de Wanted lovers. Las cartas de amor de Bonnie & Clyde. Lo acaba de editar Alpha Decay e incluye, además de las cartas, tres poemas escritos por ella, Bonnie Parker, muy, muy graciosos.

Luego estaba Violeta del Prater, una gran, gradísima novelita (poco más de 100 páginas) de Christopher Isherwood.

La ha reeditado Veintisieteletras y es la historia de cuando el propio Isherwood trabajó en la industria del cine. Le encargan escribir el guión de uno de esos melodramas estúpidos, mientras Europa y el mundo entero está a punto de arder por la ascensión al poder los nazis, la II Guerra Mundial, etc.

La novela se cierra con una de esas reflexiones desesperadas sobre el amor, o la sucesión de amores y cuerpos en los que refugiarse frente a la muerte, el miedo y la imposibilidad de escapar de ninguno de los dos.

Demasiado lúcido.

Demasiado amargo.

O sea, que me quedo con la última opción, aunque aún tengo el libro a medias y ni siquiera sé si me gusta. Se llama La piel afilada. Un bestiario de amantes, lo ha escrito Josan Hatero y lo edita Alfaguara.

Ofrece justo lo que promete el título, un catálogo de distintos tipos de amantes, construido desde la imaginación y a ratos, el ingenio, con cierta ironía y cierto lirismo.

Es un libro bonito, porque además está ilustrado, muy bien ilustrado, quizá un juego o un ejercicio, un capricho.

El problema es hasta que punto merecen la pena los caprichos, los juegos, los ejercicios, los libros bonitos.

Da igual, todavían no tengo ni una respuesta ni un juicio definitivo.

Corto y pego una de las categorías de amantes de las que Hatero habla, los Enterrados, lo que además me sirve como excusa para entrar de lleno en el terreno de la necrofilia, que es lo que yo quería desde el principio, y justificar así la imagen que encabeza esta entrada, Le baiser, una foto de Joel Peter Witkins.

Hatero escribe esto:
Prefieren la oscuridad húmeda de la tierra a las sábanas. El color de su piel se confunde con la arena. Como la arena, su piel se escapa entre los dedos. Sus rituales de apareamiento comienzan con el dibujo de un mapa que envían certificado a su pareja: una X señala dónde se enterrarán luego. Nada excita más su deseo que excavar en la tierra en busca del cuerpo amado enterrado escondido tesoro. Túneles de tierra que anticipan túneles de carne, madrigueras. Túneles para escapar, senderos subterráneos secretos que se comunican, agujeros.
Después del sexo, surgen de debajo de la tierra, arañando la superficie como resucitados, el cabello sucio, les falta el aire, les sobra el peso del orgasmo, el contacto de otro. Cuando se destierran parecen mejores, un fruto nuevo.
Feliz semana.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Te recomiendo el libro "Nuevas cartas a un joven poeta" de Joan Margarit. Quizás te ayude a ver sobre qué vale la pena escribir y sobre que es mejor dejar que pase el tiempo y sea otro el que diga.

Juan Vilá dijo...

Sí, Anónimo, es muy grande Margarit.

Yo hoy, y casi siempre, también en San Valentín, tengo tatuados estos versos en alguna parte (no recuerdo cuál).

Estos y los que siguen, de un poema llamado Peligros.

Lo que pasa es que a veces se me olvida, en realidad, casi siempre.

Si no, cerraría el blog y me convertiría en poeta.

O en arquitecto.

O en catedrático.

Estos versos y sobre todo, los que siguen, insisto:

La fuerza de la inercia
se opone a que te pares: al frenar,
es quien te lanza contra el parabrisas.

Gracias por tomarte esto tan en serio, de verdad y sin la menor ironía, pero es sólo un blog, para bien y para mal.

DON ZANA dijo...

Sr. Vilá,

Mi suegra dice que sería usted un catedrático de categoría, porque sabe tantas cosas que nunca se le acabarían.

Sin embargo, mi amigo el frutero mariquita le ve más en el poeta. Dice que tiene usted una sensibilidad especial.

Entre los dos me alegraron ayer la hora el té, pero no llegamos a ninguna conclusión.

A mí los arquitectos no me caen bien.

Por cierto, la foto de la entrada de hoy, MARAVILLOSA.

Cuídese.