Sí, lo sé, me he hecho mayor de golpe, más mayor todavía, quiero decir: ya sólo pongo vídeos de chalados que tocan el piano o negras de vida turbulenta que cantan como Dios.
Pero es que ambos, Glenn Gould y Billie Holiday, son los únicos que consiguen emocionarme en estos momentos.
No voy a cortar y pegar el poema de Margarit, aunque es estupendo.
Quizá otro día.
Sí voy a copiar el arranque de Canción para Billie Holiday, de Pere Gimferrer:
Y la muerteY también el final de ese mismo poema:
nadie la oía
pero hablaba muy cerca del micrófono
Con careta antigás daba un beso a los niños
No nos dan mermelada ni pastel de cerezaLeo en diez minutos, no me duran más, los suplementos culturales de un par de periódicos.
ni el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido
Una frase se me atraganta: vacía y tópica, vale, pero pesada, pesadísima, intolerable, porque la reproducen muy grande, como si tuviera algún valor, y porque se refiere a Rafael Sánchez Ferlosio.
Ni aunque quisiera podría repetirla aquí.
El sábado mientras ceno, o mientras intento cenar, un tal Zindo escribe un comentario en la entrada sobre Me acuerdo, de Joe Brainard.
Entro a ver uno de sus blog, cuaderno de notas.
Es moderno, muy, muy moderno.
Pero tiene una entrada preciosa sobre el silencio.
Y esta otra, se llama soplar, corto y pego.
en un comentario etimológico probablemente falso pero del todo afortunado, pascal quignard sugiere que las palabras latinas flare -soplar así como se sopla una flauta- inflare, fellare, tienen su origen en la griega phalos, y todas, de alguna manera u otra, suponen infundir energía, cargar la realidad, el ejercicio de otorgarle a la realidad una forma aumentada
A eso, a "otorgarle a la realidad una forma aumentada".
O a que ella (la realidad) me la otorgue a mí.
O a celebrar un cumpleaños en el que no se soplan velas pero sí se soplan gin tonics.
(Y como siempre, lo más importante es lo que se calla: la verdadera, la gran lectura del fin de semana, ha sido una novela llamada Las crudas y escrita por Esther García Llovet. Muy buena. Se merece toda una entrada. Puede que la siguiente.)
4 comentarios:
¿Chalados que tocan el piano?.
Asperger, Sr. Vilá. Y de libro, según algunos (aunque hay opiniones para todos los gustos).
¿Sabe una cosa?. Se me ha ocurrido uno de los posibles motivos de su obsesión por Gould (aunque usted no lo sabe).
Coja la cara de Gould (cualquier foto) y trate de imaginárselo de viejo, con los mismos pelos desaliñados, con el rostro marcado por años y años de pelea con el piano...
Haga la prueba de verdad...
¿qué sale?...
Había escrito la respuesta, pero la he borrado para que me la de usted mismo.
¿Se refiere a usted a Céline?
Sí, me llamó la atención el parecido al principio, los dos tienen ese aire entre simiesco y de chulo de barrio.
Aunque luego no se parecen en nada.
Del asperger hablamos otro día y de una teoría de la conspiración preciosa que afirma que ellos, los asperger, dominan el mundo, encabezados, entre otros, por Bill Gates y Tarantino...
Y no es coña.
Recuerdos al frutero y a una amiga que tengo yo que es una eminencia en el tratamiento del síndrome de asperger
Exacto, Mr. Vilá.
Llama la atención el parecido. Parecen complementarios, sobre todo porque abundan las fotos del Céline viejo y del Gould joven, pero hay pocas del Céline joven y de Gould viejo.
Invite a su amiga cuando hablemos del asperger. Mi amigo el frutero no podrá venir, está en un congreso de Brócoli en Granada (o en Almería, no me acuerdo). Se lo juro. No es coña
muy bueno lo que leo
gran descubrimiento ese cuaderno de notas
me dejado pensando mucho esa entrada del otro
http://zindo-gafuri.blogspot.com/search/label/otro
gracias
Publicar un comentario